domingo, 11 de enero de 2015

36 La Parce y las esposas.

  Estaba en casa de mis primas, y recibí un texto. Ese día tenía un encuentro con la Chama, pero andaba loco por tener más amantes porque me llenaban de una potente pasión que me hacía follar a la Chama con más pasión que nunca. Me escribió la Parcera, hacía mucho que no sabía de ella, solo la he visto dos veces en mi vida pero hemos tenido mucho contacto por correspondencia. Días atrás había visto en un semáforo a su hermana, seguro por eso me escribió.

Trabaja en una tienda de ropa de baja calidad, cuando la vi atendía a alguien y aproveché para verla bien. Le quedaba bien el amarillo, es muy pequeña, sin grandes curvas pero de una piel cautivadora. Las mujeres pequeñas tienen el encanto de hacer que uno se sienta gigante junto a ellas. En la hora de almuerzo se montó en mi coche, hablabamos y no me di cuenta que me dirigía hasta mi casa sino cuando me monté en la autopista y ella me preguntó por qué.

Cuando llegamos a casa, como si viviéramos en ella, entramos a mi alcoba. Le dije que se acostara y encendí el acondicionador de aire. Nos refrescamos mientras ella hablaba de su vida, sus parejas, el amor, su familia. Las cosas que siempre hablamos por texto. Recordé lo que pasó la última vez que intenté darle un besó, y de pronto la interrumpí colocando mis labios en los suyos. Fue incómodo porque ella seguía moviendo sus labios para hablar y no se dio cuenta de que la estaba besando. Luego sus labios se detuvieron, y con la boca aún rozando la mía preguntó: ¿Qué haces? Le confesé que la había deseado desde hace mucho, ella no supo que decir. Dijo que yo tenía novia, y le respondí que sí, y acaricié sus nalgas.

- ¿Qué pretendes, Ramiro? Dijo

Juguemos algo, dije.

-¿Qué juego, Parce? Dijo.

Saqué las esposas que había comprado en Panamá y me las puse.

-Estoy aquí para ti, le dije. Me voy a atar, no podré moverme. Si tanto te importa mi novia y no te gusto, no hagas nada. Tu sabes perfectamente que me vuelves loco, lo sabes desde la última vez que nos vimos hace un año. Ahora me tienes aquí indefenso, puedes hacerme lo que te de la gana, soy tuyo esta tarde, sólo tuyo.

Proseguí a vendar mis ojos y esposarme, colocando mis manos detrás de la cabeza.

Pasó un rato y nada pasaba.

Empecé a sentirme ridículo, cuando iba a desposarme sentí unos dientes morder mis labios.

-¿Así que eres sólo mío? Dijo

Sólo tuyo, mami. Dije

-¿Y la novia tuya? Dijo

Que se joda, Parce. Pensé, pero luego se me ocurrió una mejor idea:

Ella sabe que estoy aquí contigo, yo le dije que te iba a hacer el amor porque te deseo demasiado.

Creo que no esperaba eso, temí que se molestara. Pero me bajo la bragueta.

-¿Te gusto mucho? Dijo, mientras sacaba mi verga y la movía.

Jamás estuve así para nadie, y me excitaba el doble que fuese una mujer con la que es primera vez que estaba, y me excitaba el triple que fuese una amiga "que me quería como hermano".

Sólo recuerdo que mis gemidos eran fuertes, incontrolables, estaba como nunca. Pensé que me correría en tiempo récord. Ella empezó a escupir sobre mi pene y seguía haciéndome el handjob y yo le suplicaba que me lo chupara.

Se quitó las ropas y se montó sobre mí. Su vagina estaba cerrada, muy cerrada, luego me enteré que desde su primera vez hace dos años no estaba con un hombre, sólo con chicas. Era delicioso sentir mi pene tan apretado, luego que se hubo toda dentro, me preguntó que cómo se hacía. Entre gemidos le dije que se moviera hacía adelante y atrás. Luego me quitó las vendas y la vi, sus pequeños senos eran hermosos. Al verla mis demonios se apoderaron de mí. Le dije que se acercara y la besé, luego con las esposas la enlacé por su espalda, coloqué mis manos en sus nalgas y le di con furia y fuegos. Su pequeño cuerpo rebotaba sobre el mío con una intensidad tan feroz que pensé que si no la tuviese enlacada con las esposas saldría volando al techo.

Ella me dijo al oído: Papi no acabes adentro.

Y me invadieron unas ganas de acabar inenarrables y cuando intente sacar la verga ya me había venido la mitad dentro y la otra calló en su espalda y en su ropa. Sentí que acabé litros de semen.

Ella se enojó conmigo, me dijo que ella no podía tomar pastillas porque podía quedar estéril. Me imagine en cuestión de segundos dejando a la Chama, trabajando de sol a sol, viviendo con ella, teniendo un hijo o hija como ella. Estaba cagado de miedo.

Luego de mis desesperados argumentos aceptó de mala gana tomarse la pastilla del día después. Estaba enojada, cuando la hubo tomada me dio un ataque nervioso de risa y satisfacción. Me miró como si estuviese loco, y preguntó qué pasó.

-Somos tontos, le dije. Si fuesemos malos no nos pasan estas cosas. Todo nos pasó porque andabamos que si amigo, que si la mariquera, ésto y lo otro. ¡Tú y yo tenemos rato que nos queremos follar como bestias en celo! Por qué no sólo lo hacemos, usamos condón, gozamos, y nos dejamos el cuentito de amigos. Vamos a hacerlo bien, te llevo ahora a casa y te busco en la noche y hacemos el amor bien rico hasta el amanecer.

Estaba sonriendo como con vergüenza, y nos quedamos en ver más tarde.

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