domingo, 11 de enero de 2015

Capítulo diez la Flaca

He comenzado mis estudios en Psicología en la universidad Arturo Michelena. Hay dos chicas que me gustan. Una ve clases en la tarde conmigo, es la Flaca. Y la otra, ve clases en la mañana, es la Princesa. A mi me gusta mucho la Flaca, no lo puedo explicar. Atracción física no es, es muy delgada y no come nunca, lo único que come son caramelos de menta. A mí me gusta con una pasión desbordante. La veo y quiero estar con ella, salgo de clases y voy a su salón, y hasta he empezado a hacerme amigo de sus amigos.

Sus amigos son igual o a un más locos que ella. La carrera de psicología está llena de locos que creen que estudiar psicología es ir al psiquiatra. Tenemos entre los amigos de la Flaca a Ricky Martin, un chico homosexual que tiene ocho dedos, en una mano le faltan dos. También esta la Diosa, es una gordita bien pero bien gorda, que se ve al espejo y cree que es una conejita Play Boy. Luego está Coco, es una negrita que tiene el cabello como si fuese una cáscara de coco y es delgada pero no igual que la Flaca. La Flaca es una flaca ambrienta, ésta es una flaca de las que come y come, y no engorda. También está un chico medio amanerado pero no lo es y que me robó el corazón de la Flaca.

Una tarde nos destinabamos a ir a un evento, un concierto navideño. Ese día yo no tenía clases pero quería ir desesperado por ver a la Flaca. Días anteriores Ricky Martin me preguntó si me gustaba la Flaca y dije que sí. Asumí que era como decirle a ella que me gusta. Entonces me fui emocionado sabiendo que ella estaba conciente de mis sentimientos.

Esperé a que ellos terminaran sus clases, robé un poco del perfume de la Flaca y lo esparcí por mi cuaderno. No hacía más que olerlo y pensar en ella. Cuando salió e ibamos al concierto empezó el infierno. La idea era ir a casa de la Flaca, y la Flaca no sabía cómo llegar. Luego de perdernos duarente cuatro horas llegamos a su casa y conocí a su madre. Pensé en ganar puntos con la señora, pero ya me quería sin conocerme por un postre que le había enviado con la Flaca. Las mujeres todas se fueron a arreglar, y cuando salieron las vi más feas que antes. Incluso a la Flaca, que de maquilló como si fuese un mapache.

Nos dirigíamos a la feria y empezó el dolor, la Flaca y el amanerado iban caminado tomados de la mano. Hay gente que dice que es de amigos, pero me parece que es infantil y además ridículos. La Flaca a veces volteaba a verme, en su mirada noté que sabía que me molestaba ¿Sería ella acaso una enferma mental, una sádica que le gusta infligir dolor en quien la quiere? Tiene mucho sentido, pensaba en sus problemas alimenticios, en que es buena para dar consejos y tiene su vida hecha una mierda (síntoma inequívoco de demencia absoluta), y por último, en muchos detalles que solía pasar por alto, detalles de comportamiento que sólo ahora meditaba con detenimiento, y cuando medité aún más, a medida que la veía caminar con ese Amanerado, me aterró darme cuenta de que yo era aún más demente, pues esos síntomas que eran las huellas de su perdición total, eran precisamente los rasgos de la Flaca que me seducían, y fue como verme en un espejo donde el principal responsable de mi sufrimiento era yo, y además lo gozaba. Y entendí por un instante como tantas veces la víctima no tiene nada de víctima, fue un segundo de lucidez que me permitió entender lo horrible de la naturaleza humana que intentando comprenderse se destruye. Este segundo de lucidez me hubo atrapado hasta que nos encontrabamos ya en otro autobús con destino a la feria, y yo con ganas de irme.

En el autobús habían dos chicos, uno era más llamativo: rubio y alto. No podía creer cómo la Flaca era tan evidente y comentaba con sus amigas lo guapo que era el chico Rubio. Me sentí humillado, intentaba razonar: ella es así, no tiene por qué dolerme, si ella es puta es su problema no significa que yo no sea suficiente para ella, etc. Pero nada servía, continué amargado y ella se levantó de su asiento y fue hasta el de él a pedirle el número de teléfono. El amanerado andaba conversando con un chico y evidentemente le daba igual ella.

Llegamos a un lugar desconocido para todos menos la Flaca y Ricky Martin, ellos se adelantaron en el pasó a un ritmo que era como corriendo pues aparentemente tenían secretos que contarse. El resto de nosotros nos perdimos por una hora y cuando los encontramos queríamos matarlos. Terminamos en la casa de una amiga del liceo de la Flaca, se parece a Gloria el hipopótamo de la película de Madagascar. Junto a Gloria habían varias mamasitas que no me presentaron porque cuando la Flaca se hubo con su viejo grupo de amigos nos ignoró y todos teníamos ganas de irnos a la mierda pero estabamos tan perdidos que no teníamos idea de donde quedaba, pero sabíamos que ésto era peor. Y además tampoco teníamos plata.

Mientras como es común en la gente estúpida, todos se colocaron frente a un espejo sucio a tomarse fotos y subirlas a las redes sociales. La única que no lo hacía era Nobrega, una hija de portugueses que había estudiado con la Flaca y con la cual conversé, yo no decía más que preguntas y ella me hablabade su vida, tenía una voz gruesa y hermosa que se parecía mucho al silencio que queda después de escuchar a Mozart o sino a la risa de Louis Armstrong. Ella debió partir porque le dolía la cabeza, y no se dio cuenta que en ese ratito me salvó la vida, y nunca supe más de ella, como pasa con la vida misma que se nos va sin darnos chance de decirle que es preciosa y que por favor no se vaya.

Cuando nos encontramos en la fiesta, vi a otros compañeros de psicología: puro loco. Un rapero llamado Armando me estaba enseñando a fumar y me decía que es mentira que el tabaco da cáncer, que a la gente le da cáncer por no saber como retener el humo. Cuando me dijo pensé para mi fuero interno: ¿Cómo puede haber tanta estupidez detrás de unos ojos tan verdes? Entonces se me quitaron las ganas de aprender a fumar.

Cuando llegó el grupo de salsa estaba tan tristey tan borracho que me dio por ser feliz, y me puse a bailar con una enorme mujer que parecía un mastodonte y además le olían mal las axilas, era negra y  yo estaba bailando sin gafas así que no distinguía sus rasgos pero según los muchachos intentó besarme varías veces.

Al final de la feria me termine haciendo amigo del Rubio del autobús, que para quien crea que el diablo no es a veces un Dios, se lo probaré con lo que paso:

Después de contarme una historia estúpida acerca de un tatuaje horrible que tenía y de decirme que es modelo y lo conoce "todo el mundo", me preguntó que por qué andaba con esas feas, en especial la Flaca, que según el eso no tenía carne ni para una empanada. Ésto me lleno de felicidad porque sentí que era justicia pura así que elevamos las copas y brindamos, el Rubio su primo el Mudo que se limitaba a sonreir con una sonrisa sin diented y yo. Luego me presentaron a un montón de chicas guapas pero no me hicieron caso.

Cuando llegamos a Casa de Gloria, jugaron juegos de verdad o reto y esas cosas. Y la Flaca casi viola al Amanerado, en ese momento supe que debía olvidar esa noche para siempre. Amanecimos sin dormir, y fuimos a la estación de autobuses, resulta que en esa estación no había ningún bus hasta donde yo vivo. Pregunté en un puesto de teléfono y me atendió un transformista que quería golpearme y salí corriendo. Al final me fui con un tipo que iba para un pueblo vecino al mío, me contó toda su vida en cincuenta minutos y no me cobró. Cuando llegué a mi casa tomé la decisión de que no podía seguir estudiando psicología. Y dejé la carrera la semana siguiente.

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