domingo, 11 de enero de 2015

Capítulo doce La Frentona y yo hablamos.

Hoy estaba solo sentado frente a la casa de La familia, los malandros de la urbanización. Todos se habían ido y yo me quedé pensando, no sé porqué pensar me gusta tanto. Creo que las personas de la casa en donde yo me encontraba se incomodaron con mi presencia. Salieron a preguntar si todo estaba bien, ahí fue cuando reaccioné y me fui. Apenas me levanté aparecio Poto, el gocho galán y fastidioso que no tiene más amigos más que yo porque es muy chismoso. Aunque no soy su amigo, por eso quizá me da igual si es chismoso o no. Me dijo: uis, oiga, vea, venga para acá, necesito un favor que me acompañe en una diligencia. Me encogí de hombros y lo seguí, mientras caminábamos el iba hablando de su vida pero yo iba pensando en la noche. Nos dirigimos a la casa de la Frentona y cuando me di cuenta me puse nervioso. Apareció su prima, lo miro con desprecio, un desprecio que parecía denotar confianza entre ellos. A pesar de que el Gocho me veía como indignado con el gesto. Pero ese bobo es tan sobre actuado que no se sabe cuándo dice la verdad o cuándo le pica el culo. El le buscó conversación y cuando hablaron lo suficiente pidió que llamara a su prima: Uis, oiga, vea, pero yo quiero hablar con su prima también por qué no la llama. Por supuesto yo estaba en completo silencio y terror de hablar. Cuando llegó la Frentona hablamos unas pocas cosas que ella me preguntó. Me rubirizaba pensando en el Santero gritando: Tu le gustas a ella. Y para mi fortuna nos fuimos y se acabó mi sufrimiento.

Esa misma noche me escribió, el Santero le había dado mi número.

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