domingo, 11 de enero de 2015

Capítulo once, un viaje que se hizo poema.

Hoy venía de regreso desde Maracay hasta San Joaquín. En el autobús me llegó un mensaje de texto, pensé que era una broma, el mensaje es éste: "ola kmo stas q m kuentas d tu bida", luego de ciertas averiguaciones supe que era la Obra. Ella es una mujer que conocí en la fábrica donde trabajo de mandadero (chofer, espiar a las amantes de mi jefe, pagar sus cuentas, salir disparado a horas de la noche hasta donde esta mi jefe y escuchar sus historias mientras esta borracho. A fata de talento tengo que cubrir mis carencias con aptitudes extralaborales) la vi trabajando en la zona manual, es un trabajo duro, pocas veces he visto mujeres tan bonitas como ella en ese tipo de trabajos, por lo general, son mujeres cuya vida ardua y dura se evidencia en sus rostros y cuerpos, y te llena de una emoción tan grande que se te hace imposible no estar dispuesto a ayudarlas en lo que este a su alcance. Aunque rara vez lo necesiten. La Obrera me cautivo con un tatuaje en su espalda baja, ella era nueva junto a una negra con un cuerpo precioso. Ambas eran tan bellas que era seguro dos cosas: que eran nuevas y que durarían poco. Cuando pasaba cerca de ellas no me atrevía a mirar, me daba pena, soy muy tímido. Nunca he salido con una Obrera, y esto levanta sospechas de que soy homosexual, pero me da igual lo que piensen, la gente habla mierda tanto si haces como si no haces. Lo cierto es que no he tenido a nadie que me guste, y tampoco nadie me ha buscado. La Obrera y yo quedamos en salir. Estoy entusiasmado. Borraré los mensajes por si acaso veo a la Chama.

En ese viaje, cuando venía en mi segundo bus, el que me transporta desde la terminal de Aragua hasta el pueblo de las Panelas. Conocí a una chica hermosa, no parece el tipo de mujer que viaja en autobús, era preciosa y con elegancia. Luego de luchar contralos miedos que frecuentemente suelen derrotarme en este tipo de circunstancias, me decidí por hablarle.

Hola, disculpa que te lo pregunte, ¿Sabes decirme en cuánto está el pasaje?

-En diez, dijo con una amable sonrisa parecida a la excitante caída en el abismo donde me había lanzado.

Mire alrededor y había tráfico. Me animé a proseguir:

¿Eres de San Joaquín?

Sí, soy nueva, vivo en una urbanización llamada los Palos Grandes ¿Y tú?

En fin, descubrí primero que era cristiana, recién casada y que estudiaba para ser profesora de química en Maracay. Yo tengo una enorme suerte para atraer mujeres cristianas, quizá porque tengo un estilo de vida muy sano. A mí no me atre mucho la vida mundana, no porque sea mal ante Dios sino porque me parece que es tonta y sobre todo: aburrida.

Cuando ahondé más en ella, supe que no siempre fue cristiana. Lo hizo para poder casarse con su esposo. No hizo falta preguntar mucho para darme cuenta de que el tipo tenía plata y que por ahí nació el sagrado amor.

Lo mejor que tienen los cristianos que no nacieron en la iglesia es su pasado. Por eso los cristianos de toda la vida los envidian tanto y los ven con malos ojos. Fui listo, pregunté primero qué pensaban las personas de la iglesia a donde iba de que ella no fuese cristiana de siempre ¿Qué me va responder? Lo obvio, pero fue necesario para preguntar sobre lo que me interesaba, su pantano de placeres en el que está escondido su pasado, pintado con culpa religiosa.

Era fascinante verla sonreir recordando sus viejos pecados, me contó tanto que en un punto me dijo que no sabía cómo me había contado ésto si apenas me conocía. Yo manejé la situación, le conté cosas sobre mí, etc.

  El bus no llega hasta su urbanización, la mía es la última parada. La convencí y con más miedo que ganas aceptóque la llevase en mi coche, vi donde vivía y me dio su número. Y me dijo que su esposo estaba empezando a vender hot dogs en esa calle, me dijo que podía ir pero no cuando ella estuviese sola.

Más tarde, estaba escribiéndole un poema para poder soportar mis ganas de escribirle, no podía enviárselo, sería imprudente. A las mujeres les asusta la pasión cuando sienten que no han sido ellas las que la han desatado de forma deliberada.

Mientras hacía el poema me consumían las horas pensando en ella y sus senos enormes, los pecados que revivían en sus labios, su mirada de virgen putona. Las ganas de hacer el amor me invadieron. Y salí en la madrugada a casa de Gey Oropeza, la única persona a la que le muestro mis textos depravados. Hicimos el amor aprovechando que su hermosa hija dormía y que había corrido de la casa a su esposo. Empezó a fumar acostada en mi pecho, llorando. Al cabo de unos minutos, posiblemente esperando el tiempo prudente para que su voz no estuviese quebrada y el sonido le diera ganas de quebrarse en llanto, me dijo: él es un maldito. Con la misma pasión que habla criticar a Chavez o para decir que Los leones del Caracas son mejor que El Magallanes.

Mientras la besaba dulcemente y acariciaba su negro cabello en la oscuridad, le dije: tonta, eres preciosa, la mejor amiga que he tenido. Quieres con tanta pasión que te lástimas y ahí sigues, entregándote, yo no pienso que seas una idiota. Sé que no dijiste que eres idiota, pero cuando dices que lo odias es una forma de decirte idiota. Somos un par de jodidos y por eso somos los mejores amigos, que importa él,  que se joda, al final tu lo usas para lastimarte porque sabes que el dolor es bello, como esa lágrima preciosa que te corre por la mejilla que aunque no puedo ver sé que espreciosa. Como esa sonrisa que debe estarte saliendo de esa oscuridad en la que estás, y que nos protege.

Apagó su cigarrillo, y luego de hacer el amor de nuevo, está vez de forma salvaje y feroz. Me dijo que el poema era precioso y sacó conclusiones asombrosas sobre mí. Ella siempre será mi lectora favorita porque sabe leerme a través de mis palabras. El sol salió y yo debía volver a casa antes de que su bella hija despertarse.

No puedo dormir, tal vez este día ha sido tan diferente que no quiero que termine.

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