miércoles, 8 de abril de 2015

La italiana y el perro de peluche.

Me desperté y sentí en medio de un bostezo
El dulce olor del sol tostando mis lagañas.
Tuve un sueño,
Estaba buscando a la perra Leonela Intriago.
Es hermosa, siempre juega conmigo,
La perseguí por el amazonas,
Habían hombres muy felices de verme,
Muy felices de estar desnudos
Y mi olfato me dice...
Además, felices de que  yo no sea hombre blanco.
Habían muchas misteriosas criaturas
Eran tantas que no distinguía nada.
Era un olor hermoso, el de la diversidad.
No creo que haya otro sitio en el mundo
Tan rico en sí mismo y tan pobre en futuro,
Lo digo porque en el pueblo olían...
Las vaginas de niñas; a hombre blanco y ambición,
Los rostros de hombre; a lágrimas secas y alcohol,
Y la libertad; olía a leña cortada, cauchos y esclavos.
Encontré a Leonela, estaba en su cama,
Me contaba, mientras movía conmigo la cola,
Que cuando su madre limpiaba,
El cuarto se llenaba de ríos y mares,
Y salían peces debajo de su cama,
Pescamos toda la noche,
Que alegría, había tanta dicha,
Que no me dio miedo despertar.
Cuando desperté, la italiana me llevó a comer pizza,
Con cuatro quesos, tres sonrisas
Dos bellos labios y una mirada que me hacía mover la cola,
Ella no entendía nada de lo que ladraba,
Seguro si supiera colocar la pata como los italianos
Cuando hablan, otra hubiese sido la historia,
Ella me hubiese querido,
El amor fuese el material para hacer realidad
Los sueños, las dichas.
En vez de serlo la miseria del planeta.
En la cama de Leonela, la perra, no habrían peces
Y la italiana, poeta amigo,
Se daría cuenta de que intentaba decirle,
Que ella no era fea,
Que ella para este perro era un ángel
Con una espalda más hermosas que cualquier par de alas.
Y el culo le olía divino.
Poema contado por Joaquín, perro de peluche de Victor Hugo Raga, ha sido transcrito a precisión cada ladrido, disculpen mis deficiencias en el lenguaje canino y, en especial, el de  los sueños.

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