jueves, 23 de julio de 2015

Gracias por el dolor.

Antes de ti todo era vacío
y ganas: no de morirme sino de matarme
cuando llegaste dejé de lado todos mis trágicos
aunque fascinantes (la verdad sea dicha por delante)
                                                          consuelos.

Te fuiste, y te doy gracias
por el dolor que me dejaste

Me dejaste
incluso antes de marcharte
porque si bien fui yo quien se fue de casa te recuerdo que en ella 
(nuestra casa era el porvenir que significaba tu mirada)
                         ausente estabas.

No me entiendes, claro está
a serés como tú hay que decirles
             directamente
que en tus ojos no había más que ausencia
y por eso al irme, no sentía realmente
que me iba de mi antigua casa
sino que me iba de un despojo.

Te fuiste y me dejaste el dolor,
doy gracias
viniste para llevarte mi vacío
porque eso eres: un vacío:
el vacío del vértigo triste que sentía
cuando me mirabas

Gracias por el dolor,
porque entre estar contigo y estar vacío
no siento diferencias

                qué delicia de haberte amado
si eso me permitió estar sin ti
tu vacío de mi vacío me ha curado

si me das a elegir
entre lo que fui
lo que fuimos
y lo que somos
yo me quedo contigo,
                    cuando no estás
porque me dueles
              y cuando estás
no siento nada
           porque eres lo que das
     y eso eres.

Yo prefiero sentir,
de nada me sirven tus pies descalzos
          si no me dejan huella.

Gracias por el fuego.

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