jueves, 8 de octubre de 2015

Giahanna, mi negra adicción.

Mi negra Giahanna, preciosas son tus nalgas, parecen dos burbujas a punto de estallar, las burbujas y el deseo siempre son más hermosos en ese instante justo antes de estallar. Me encanta cuando tus ojitos se me quedan viendo, y sale tu sonrisa con un delicioso filo que me eriza la piel y me corta en dos el río del tiempo. Siempre uno de tus ojitos se desvía y eso te hace tan peculiar, tan hermosa, podría decir de ti cualquier cosa, menos que eres fácil de remplazar. Eres de esas mujeres que el hombre normal no aprecia, porque eres de las que no se vende, de las que se entrega tal y como es si se enamora, y no anda midiendo las dosis de amor adecuadas para que consiga amarrar a su pareja "porque si le das todo de una vez, pierde el interés y se aburre fácil", pero no, Giahanna, sabes perfectamente bien que amarrar a las personas es una pérdida de energía y tiempo que se pudiera estar usando en amarse. Al final las pasiones extraen tanta vida  del tiempo que lo dejan vacío, sin sabor, con tedio y repugnancia por lo que antes fue delirio y ahora es cotidiano. Pero ¿por qué no usar toda esa pasión de una vez, en un sólo instante? Para qué esperar a morirnos de frío, cuando podemos morirnos de una vez, y de pasión. Sí, Giahanna, hermosa negra mía, cualquier tipo se aburriría de ti porque no te entendería: tú no eres una conquista, eres una mujer libre y entregada. Sólo un imbécil podría pasar por tu cuerpo sin hacerse adicto al movimiento convulsionado de tus piernas; a la forma de moverte en la cama tan parecida a los sensuales movimientos que tus ancestros y muchas personas de tu pueblo hacen cuando son poseídos por las danzas de los espíritus, que gózaron y sufrieron con demasiada entrega en esta tierra como para andarse yendo a otro mundo, quien vive de veras, nunca muere. Y se evocan, en esa furia con la que te contraes y te derramas sobre mi piel, mientras te penetro con bestialidad y tus incesantes orgasmos se aferran a mi espalda color Sáhara como un resplandeciente sol que le da muerte, y una fría noche, que a los bailes, les da vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario