miércoles, 20 de abril de 2016

La visita no deseada.

¿La amaba o no la amaba? Es imposible saberlo, al existir este análisis del pasado, queda erradicada toda posibilidad de que exista el amor. Pensar es siempre no ser. Pensar es siempre haber sido. Y en el amor sólo se puede ser.

Tal vez sea mejor simplemente relatar mi historia, y que el lector la mal interprete como le dé la gana. Si por ejemplo digo la palabra "gato", a mí se me aparece uno amarillo, porque leer es siempre leer las lagunas de la infancia; pero al lector, se le puede aparecer cualquier gato, menos en que deseo transmitir, ese que mientras más describo, menos se parece. Ese hecho de vagos recuerdos, de sueños, de sombras con colores difuminados. 

No es un secreto para nadie que con el talento se nace, pero que la genialidad hay que sufrírsela. Y no sólo sufrirla, sino no escapar del sufrimiento cuando aparezca.

Fue un noviembre cuando la conocí, no tardamos en acostarnos unas horas después de conocernos. Conmigo el sexo se hace a unas horas de recién conocernos o de lo contrario me alejo porque algo me hace pensar que las personas que no se acuestan inmediatamente conmigo no están mentalmente sanas. 

Poco tiempo después de conocernos fue su cumpleaños, y no la felicité con énfasis, porque le aclaré que yo no celebro las fechas sino la vida. Cosa que era una manera de ocultar mi frustración por todos los cumpleaños en los que esperaba sentirme amado y no conseguía más que sentirme decepcionado;  y además, de rehuirle a esta absurda hipocresía de la sociedad que se me hacía más insoportable en la medida que estaba más desadaptado a ella.

Pero para ahorrarnos cursilerías, sólo diré que ella llegó y me trajo las maravillas que componen la vida.

Todo cambió hasta el punto en el que traté de vender mis libros, pero todo el que busca promocionar la literatura sólo consigue corromperla; y sumado a eso, tenía miedo de que el éxito de mis libros no hiciera más que sumergirme -y esta vez sin oportunidad de regreso- en este profundo aislamiento.

Trabajé muy duro todas las noches en un restaurante de comida para gordos, es decir, la comida folclórica de los gringos. Fue placentero, aunque sólo puedo decir esto porque ha terminado, de lo contrario no podría alterar la memoria para decir lo mismo. Me encantaba acostarme con mis compañeras de trabajo imaginando que era ella, la utopía que aún no había visto ni sentido. Me encantaba llamarla y que tuviera una incalculable cantidad de orgasmos al escuchar cómo se me escapaba su nombre entre gemidos al cogerme a otra. Luego habría que explicarle a las gringas que ese nombre no era un nombre sino un "te amo" en español, que de alguna forma era cierto.

Logré ponerme de acuerdo con su hermano una vez reuní suficiente dinero para irme a estudiar a cualquier país menos este. De cierta forma la explotación comercial  de los obreros tiene algo positivo: nos enseña que somos capaces de soportar cualquier cosa. Cada madrugada al regresar del trabajo sólo pensaba: si puedo soportar esto solo, puedo soportarlo todo, si sé que ella está esperándome en casa para dormir a su lado.


Acordamos todo, era un sorpresa, el día de su cumpleaños.

Llegué a una residencia barata para extranjeros, y de ahí partimos a la fiesta.

Fue incomodo, no conocía a nadie y recordaba esa sensación atroz que le ocurre a los enamorados cuando tienen que justificarse ante el tribunal de la familia.

Desde el comienzo siempre supe que era una puta llena de ternura, incapaz de amar porque era incapaz de entregarse porque era incapaz de exponerse hasta que quedara sin defensas en contra del sufrimiento, y el miedo, y el terror. Prefería resguardarse bajo la figura de la amiga incondicional a la que puedes cogerte hasta que aparezca la indicada, y cuando la indicada aparece y después de un tiempo te manda a la mierda, regresas a tu amiga y le dices que la amas pero realmente lo que ocurre es que necesitas con desesperación cualquier cosa que te haga escapar del sufrimiento, porque ahora que tu ego está hecho pedazos, no eres tan seductor e irresistible ¿verdad?

La encontré con un chico, en las afueras del lugar en donde era la fiesta, sorprendentemente no me sentí asustado ni tampoco resignado, uno sólo se resigna cuando tiene miedo, y en el caso de los celos, cuando tiene miedo a estar solo; no miedo de lo desconocido - ese miedo no existe-, sino el miedo a que lo conocido llegue a su fin.

Pasé a su lado cantando una canción, que muchas veces en llamadas de toda la noche, le canté a ella. Cuando soñábamos juntos acerca de cómo sería nuestro encuentro. Pero no me escuchó, los enamorados no son solamente ciegos sino que además sordos.

Observaba la luna, y comprendía que tal vez había sido lo único real en esas noches juntos, y sin ver a la pareja que estaba sólo a dos metros de mí, comprendí que así se sentía estar bajo la misma luna con quién amaste tantas veces sin jamás haber tocado.

Me sorprendía la naturalidad con la que aceptaba las cosas, al igual que los deseos, todo pensamiento es desproporcional. ¿Cuántas veces no imaginé está escena con tanto dolor? Y ella, ¿no era tremendamente más hermosa en mis fantasías? Mentiría si oculto que, una parte de mí, no ejerció una resistencia ante todo lo que pasaba a mi alrededor; más por ese hábito de nuestro condicionamiento, que al final de cuentas llamamos subconsciente, que por otra cosa.

"Al final para que luchar, si es simplemente una gorda más, me puedo encontrar cualquier otra que esté más buena", decía esa costumbre rencorosa que me inculcó la sociedad y que se llama ego, y que es el consuelo más inútil para cuando nos sentimos lastimados. Mi mejor amiga en las noches de mesero fue una gorda, que consumía tanta azúcar como libros clásicos, cuando hablé de ella jamás hice referencia a su peso hasta este día, porque el prejuicio es el mayor obstáculo para llegar al entendimiendo. 


Por fortuna deseché todo esto apenas lo reconocí, lo que soy no es eso que se puede medir, que se pueda comparar en otros hombres. Comparar es comparar lo superficial, lo profundo sólo se puede vivir.

Me acerqué y le entregué un paquete de regalo. Creo que es la primera vez en mi vida que me emocioné al comprarle un regalo a alguien, así de drástico fue el cambio que esta mujer ejerció en mi vida. Lástima que yo no pude influir lo suficiente en la suya, no pude cambiar realmente nada; tal vez porque estaba más cerrada, tal vez porque me disfrutaba pero no me amaba.

El paquete tenía un cofre con un anillo de matrimonio, y una nota que decía algo como: "Si me fui en el taxi luego de dártelo, abre el sobre blanco; si me quedé, abre el amarillo".

Lo cierto es que ella al verme estuvo incrédula, y lloró, y me abrazó, y sentí un poco de culpa por arruinar la luna de miel de su cumpleaños, pero el calor de su cuerpo me derritió todas las ideas, y parecían lágrimas porque se derramaban por mis ojos.

Le dije que tenía que irme y me metí en el taxi antes de que me convenciera de quedarme en tan insoportablemente ruidoso lugar, y bajo tan incomodas condiciones.

En el camino pensaba en la Chama, y recordaba esa taxista catira que nos llevó una vez a una fiesta juntos, la cual hubiera disfrutado enormemente, si ella no hubiera ido o si por lo no menos no tuviese el periodo, o mejor aún, sino tuviésemos a la razón, ya cinco pesados años de noviazgo y costumbre.

Tengo muy desarrollada la hermosa cualidad de alterar recuerdos, entonces pensaba en la Chama haciéndome sexo oral en el taxi de la Catira, y sólo porque tengo la decencia de no caer en lo absurdo, no me imaginé que además hacíamos un trío.

Luego no ahondé más en eso, las cosas me gustan más sentirlas que amargarme la vida por tratar de hacerlas realidad en un momento en el que no puedo -Ya si puedo en ese momento, es otra historia-, y pensaba en lo que acababa de pasar, y me imaginaba a ella enloqueciendo y haciendo todo para dejar la fiesta, y correr a mi residencia, y pasar la noche conmigo, abrazados, y que me dijera que jamás leyó el sobre blanco -mintiendo-, porque yo jamás he estado sin ella ni ella sin mí, y llorar al mismo tiempo de alegría y de tristeza, por tener lo que quiero pero, a la vez, saber que esto ella lo hacía por ella y no por mí, como todo el que reconquista o el que hace un acto de amor por miedo y desesperación, porque un acto de amor urgente no importa tanto como las cosas que hacemos en nuestra vida cotidiana, pero no somos capaces de verlo. Lo hacía, más por su propia satisfacción que porque le importe yo, saber que todo esto es una mentira, pero que a la vez es mucho más hermosa que muchas verdades; y sentir que esto es verdad por la siguiente hora, antes de que la novedad del enamoramiento se consuma y vuelva a ser lo que jamás dejó de ser.

Sería importante tal vez explicar que el sobre blanco decía que siempre supe que todo era una mentira, pero qué hermosa. Y el amarillo contenía mi dirección y que quería una vida con la mejor mujer que he conocido.

Pero las mujeres no hacen nada, nunca hacen nada por lo que aman, y por eso son mujeres, por como las condicionan a ser y no porque hayan nacido así.

Siempre supe en el fondo que la encontraría con otro, al final de cuentas yo sólo quería venir hasta aquí para agradecerle por sacarme del pozo donde estaba.

Ahora estoy en este país nuevo para mí, durmiendo solo, solo con mis ensoñaciones, que son siempre lo único que he tenido, mis compañeras no han hecho más que maravillarse de tenerme a su lado, pero siempre son incapaces de parecerse a lo que siento, así como yo soy incapaz de escribir lo que quería, esa sensación que me produce recordar los días de mi infancia en donde llegaban visitas no deseadas, inoportunas, queriendo encontrar un pasado hermoso que no volverá, y simplemente logrando sentirse y hacer sentir incomodos a todos.

Ya no me puedo regresar a ese país, estaba como ilegal. De todas formas la certidumbre es una ilusión, lo he perdido todo, ahora puedo ir a donde quiera sin preocuparme por volver. Ya no tengo pasado ni mañana, sólo este papel, estas lindas manos que lo manchan mientras ellas a la vez se están manchando de las lágrimas más hermosas que jamás haya sentido.


miércoles, 13 de abril de 2016

Raga, las parejas y el amor.

Me he dado cuenta de que se ha creado una imagen alrededor de mí que impide realmente que sea comprendido; por un lado es la imagen del arrogante y por el otro la imagen del mujeriego. Ambas cosas han sido ciertas en ciertos periodos de mi vida, no obstante, crear una imagen o definición a partir de eso me parece muy poco inteligente.

Este texto pretende dar un poco de luz a la forma en la que mis relaciones se han ido formando, las relaciones que incluyan un factor erótico, quizá porque es muy desagradable que queramos ver todo lo que nos rodea a través de la pupila del prejuicio. Mi amiga Kelly me ha sugerido ser menos como estoy acostumbrado a ser y tratar de ser más simple, de poder llegarle con más facilidad a las personas, es por eso que en este texto tengo la intención de ser un poco más intimo, sin de justificarme ni analizarme, sino compartirme, abrirme a quien quiera verme.

¿El amor se mide por pasado, presente y futuro? Quizá debamos empezar por esto, ya que, un prejuicio muy común es creer que nos importa más alguien cuando tenemos mucho pasado con esa persona, o por el contrario, mucho porvenir. Recuerdo que en mi relación con C.G. , una intelectual norteamericana, todo lo que hacíamos en el presente era destruido por lo que nuestras mentes proyectaban para el futuro. Para ese entonces, vivir el presente era para mí una idea o ideal, y no realmente algo que hiciese en todo instante, algo que viviese. Habían muchos pensamientos en mi mente que me avergonzaba aceptar, y el problema de no aceptar algo es que no se puede cambiar. Un pensamiento que surgía era ver a esa mujer como una salvación, como alguien con quien me podía casar y así adquirir un estado legal que me permitiera vivir de una forma diferente. Estás sensaciones no eran todo el tiempo, pero el deseo de que eso ocurriese me hacía distorsionar la figura de esa mujer, y crearle atributos que no tenía, desear cambiarla, que se adaptara a eso que mi mente quería. Quizá el principal problema de lo que llamamos amor, es que no nos enamoramos de las personas sino de la idea que tenemos de ellos, de lo que deseamos que esa persona sea y no de lo que realmente es.

El pasado y el futuro no son muy diferentes, nos sentimos identificados con el pasado y creemos que eso somos y por eso adquiere una importancia tan tremenda en nuestras vidas. En el pasado, en las definiciones, descansa una ilusión de seguridad producto del placer de la memoria y la comodidad. El futuro es el pasado proyectado a través de los deseos, por lo tanto, vivir en el futuro y vivir en el pasado sencillamente no es vivir sino aislarse de la vida. Y he notado que las relaciones de pareja se miden por estos dos aspectos, pasado y futuro.

¿El amor se puede medir? Esta es una pregunta muy seria, por favor, no salgan corriendo a disparar la primera frase que se les venga a la memoria, ni afirmen ni nieguen ni se sientan aturdidos por no saber qué responder. Vamos juntos a ver esto: ¿qué es lo que mido cuando mido al amor? ¿Comparo una idea con la otra y veo cuál me produce más placer? Bueno, vamos más lento porque siento que no me estoy comunicando muy claramente.


Si yo digo que Natalia es más que cualquier otra persona con la que comparto mi vida, o que Nina es más madura, o Jenniffer más excitante, etc, ¿Qué estoy comparando? ¿Los recuerdos que tenga de cada persona? Es decir, todos nos van dejando recuerdos de momentos que gozamos, y esos recuerdos los medimos, pero ¿eso es lo que esas personas son? Me parece que quien observe esto profundamente no puede hacer otra cosa que desecharlo, evidentemente necesito el recuerdo como una cosa funcional: recordar sus nombres, lo que me dicen, etc, etc. Pero ¿por qué es necesario que me identifique con el recuerdo? ¿Por qué tengo que decir: eso es lo que soy o lo que ella es? ¿Si están conmigo en esto? espero que por favor puedan verlo. Es muy, muy importante, porque todas nuestras relaciones que tenemos con los otros se basan en eso, en el recuerdo, y por lo tanto, perdemos la sensibilidad ante los otros y ante nosotros mismos, y sin esa sensibilidad no hay capacidad para comprendernos, para amarnos, no con el pensamiento sino con algo que va más allá.

Estos temas siempre se quedan cortos, hay tanto pero tanto para decir al respecto, se supone que iba a describir mis relaciones pero es que si no se entiende primero que el pasado y el amor no son lo mismo, entonces no tiene sentido seguir adelante.

¿Recuerdan la gringa de la que les hablé más arriba? Nuestras creencias y sueños son producto del pensamiento, de los deseos, de la memoria. Al igual que lo es nuestro egoísmo, porque el egoísmo es una imagen que tenemos de nosotros mismos, un pasado con el que nos sentimos identificados y esa imagen, al existir, inmediatamente se pone en conflicto con los otros, con el mundo. Ningún ser humano egoísta puede sentirse parte del mundo, siempre va a ver el mundo como algo ajeno a él, algo de lo cuál tiene que sacar el mayor provecho posible. Y eso es lo que buscamos en las relaciones de pareja, sacar provecho del otro, ver al otro como una fuente de seguridad y de placer, y por eso el otro se vuelve para mí un objeto, una necesidad, y si estoy atrapado en eso, entonces no puedo amar a ese ser, simplemente me aprovecho de él, y a eso le llamo amor. Sin saber que ese aprovecharme lo que hace es destruirme, hacerme insensible, incapaz de sentir, quedar preso en un patrón mental al que llamo "mi novia", o "mi amante", o Giahanna o Jessica o Miguel. Etc.

Entonces, para terminar esta entrada, la pregunta que surge es la siguiente: ¿puedo amar a? Es decir: Amo a mi novia, a mi amante, a mi madre, a mi país, al Dios que he inventado, a una ideología, a un escritor, a un libro, etc. ¿Qué no acaso cuando digo amo a, no estoy amando simplemente una idea, un pensamiento que tengo en mi memoria acerca de esa determinada persona o cosa o actividad? Es decir, que las cosas vivas se vuelven objetos, imágenes, cosas muertas, y por lo tanto no me relaciono con algo vivo, con lo que esa persona realmente es, no observo a esa persona totalmente, sino que la observo corrompido por la memoria, por el ayer, ese ayer que me hace tener una imagen o definición, tanto de mí mismo, como de los otros.


El primer paso y el único es desechar toda imagen tanto de mí mismo como de los otros, porque el placer proviene de la memoria, es decir, del pensamiento. Pero el amor no, el amor no proviene de ninguna parte, simplemente aparece cuando la mente se encuentra en un estado de quietud total, y ese estado es la belleza. Pero la mente suele estar inquieta, asustada, creando imágenes para perseguir placer a través de ellas y sufriendo tan hondamente como todos ustedes saben muy bien cuando esas imágenes -más tarde o más temprano- se revientan al no coincidir con la realidad.

Ninguna imagen puede producir seguridad real, sólo puede producir una ilusión, algo para dormirme y estimularme y olvidarme de todo de forma temporal. Pero la verdadera seguridad sólo ocurre cuando no hay absolutamente ninguna imagen, cuando mi mente comprende que la seguridad se encuentra en el cambio y no en la definición, cuando nos comunicamos con las cosas con total sensibilidad, sin que intervenga el pensamiento, esto produce una pasión enorme que no proviene del pensamiento, y es entonces cuando amo. Y luego de amar, de estar totalmente libre de esta cárcel del pensamiento que nosotros mismos hemos construido, es que puedo ver a Natalia o a Jessica, no a través del ayer, del pasado, sino con esta total energía y pasión, que no es producto del pensamiento sino que es el amor mismo y la belleza; luego puedo cocinar, ser mesero, ser jardinero, y todo eso va a tener el arte mismo que es la vida. No al decir: escribo y el escribir me produce amor. Sino amando, y luego de amar, puedo sentarme a escribir, sin sentir que me identifico con lo que escribo en el sentido del que venimos hablando, porque entonces puedo entregarme por completo a lo que hago, y esa entrega en sí misma se justifica, no porque me vaya a producir fama, o beneficios o todo eso que es lo que suele ser el motor del mundo hoy en día. Amar es la verdadera vocación de ser humano, y si escribo o cuido un jardín, eso importa muy poco, porque lo hago con amor, entregado a eso sin que se acumule en mi mente y se vuelvan rutina, me aburra, me sienta preso.


Lo siento mucho, parece que no pude ser personal y contarles detalles de mi vida, no es porque quiera esconder algo, simplemente es porque me parece que he dicho lo más importante. Si ustedes ven esto con total seriedad, y no como un mero entretenimiento intelectual, comprenderán la importancia que todas estas cosas tienen en sí mismas, y da igual si las dice Raga, o Krishnamurti o Cabral o quien sea, porque si ustedes la ven por sí mismos, sienten la verdad, la saborean, la viven... entonces no se creara una tonta imagen alrededor de Raga, por bella que sea, porque cualquier imagen, como hemos venido observando esta mañana, es simplemente un mero obstáculo para el amor.