lunes, 4 de julio de 2016

Rescatando a Dacota

Salí a dar un paseo por el bosque, extraordinario como todos. Lleno de vida y lleno de mí. No los molestaré dándoles detalles de mis fascinantes reflexiones y mucho menos describiendo la belleza de todo a mi alrededor. Dacota, la perra de mis vecinos, se escapó. Cuando ellos iban -sin bajarse del carro, como buenos gringos- a buscarla, ella se escondía. Ellos trataban de atraparla y traerla a casa, yo trataba de comprenderla. Observándola con cuidado me di cuenta que era una niña, que sabía que podía manipular a sus padres, que alejándose de ellos, los acercaba más. Tal vez pidiera libertad, tal vez estuviese enloquecida por su instinto heredado por los lobos. Lo cierto es que la sentía estremecida, el mismo camino que recorres a diario puede ser tremendamente más hermoso cuando lo recorres sin estar atado a una correa. Sus sentidos eran radiantes, y su lengua estaba desgastada, pero tanta emoción le hacía olvidar aquella lejana necesidad de hidratarse.

La esperé unos minutos observándola, de una forma tan llena de comprensión que es imposible ponerla en palabras. Luego continúe mi recorrido, y de regreso la vi cerca de otras casas, ya sus dueños habían optado por la inquieta resignación de esperar a que ella regresara por su cuenta al hogar. Pero yo estaba demasiado lleno de comprensión como para simplemente hacer lo que se supone que debería, si es que acaso tal cosa pueda existir en un ser como yo.

 Lo cierto es que ella se acercó a mí, y me esquivó para beber agua en un charco que estaba justo a mi lado. La acaricié y sostuve su collar, y ella se puso tensa, le dije que no la iba a soltar, no se lo dije con palabras, se lo dije con otro lenguaje, un lenguaje que sus dueños no conocen porque lamentablemente aún son demasiado humanos, y es el lenguaje preciso de las miradas y el silencio.

"Vamos, nena, yo te comprendo", dijeron mis ojos "Yo sé lo que es no ser libre, pero ese par de viejos te aman, mírate, estás hecha un desastre, puerca; ¿y si vas a casa? ¿no has jugado suficiente? anda, preciosa, ya te vi libre ahora quiero verte radiante y hermosa, ¿vamos?"

Y como nadie puede resistirse a mis ojos profundos, mi sonrisa intensa y en especial, a mis rizos, ella se dejó seducir, y la lleve hasta la puerta de sus dueños.

Lo que quiero decirles es que vivimos limitados, creamos un patrón de vida y de ahí no salimos. Y no comprendemos la inmensidad de las cosas, de entregarse a cada instante, de esa indescriptible energía que es la vida.

Al final sus dueños me trataron como si yo fuera el Capitán America. (La verdad no he visto esa estúpida película). Y yo estaba más conmovido por su incapacidad para comprender la naturaleza de las cosas, que por sus emotivas palabras. Amo demasiado la vida como para idolatrar cualquier cosa, no soy un héroe, simplemente estoy despierto, y sólo estando despierto ocurren cosas extraordinarias.