viernes, 19 de agosto de 2016

Claro de luna

Salí a la noche y faltaba la luna, las nubes nublaban todo el firmamento. Gateaba como un ciego tanteando las cosas, porque la ceguera es ver con la memoria. Me adentro al bosque, y la noche es tan honda, que parece jamás haber empezado. Una sensación invade mi cuerpo, lástima (y lastima) que no sea oscura como la noche, sino más bien una sensación vibrante y blanca, una perturbación; como las de quienes inútilmente tratan de buscar en el pasado lo que no tiene respuesta, lo que sólo puede descubrirse; como la amargura de quienes prefieren la comodidad del pensamiento antes que la destructora muerte (belleza y muerte) del amor, que destruye todos los caminos a su alrededor, hasta que no quede más que él mismo, con toda su indescriptible e inmesurable inmensidad con sabor a perfume. Un perfume, que ni la memoria puede rescatar, lo máximo que se puede, o mejor dicho, lo único que se puede hacer con el amor, es morir con él.

Observaba las nubes y las caricias luminosas que la luna les hacía. No era una promesa, era una caricia, no esperaba ser despejada; la luna besaba su estorbo, o mejor, no era conciente de él; la luna no sabe que brilla, no lo intenta, simplemente brilla.

En ese momento las nubes sin saberse obstáculo (ni tampoco nubes) se hicieron a un lado. Y como asomada por una ventana llena de flores de algodon, se encontraba la amarilla, y fue como ver el rostro de mi Amarilla Pálida -cada día te descubro un nuevo rostro, de ese tamaño es tu inmensidad-. Ah, qué tonto, pensar que estabamos incomunicados y distantes, cuando realmente vives en mí, te encuentras en todas partes. Como en la luna, hace rato; como ahora, en este temblar agitado e incontrolable de mi palpitante corazón que escribe.
Luego no habían lunas y era como si por primera vez el amarillo se inventara. Y eras irresistiblemente tú.

¿Quién creó la luna con su redondez perfecta? Oh, qué errónea pregunta. Nosotros sólo creamos cosas muertas, las cosas vivas se crean a sí mismas. La luna no fue creada, la luna existe. Tan lejos de esas cuatro letras, tan cerca de quién la observa con todos sus sentidos, y sin memoria.
Esa redondez perfecta no la hizo ella, no la hizo nadie, esa redondez perfecta ocurre porque no puede ocurrir de otra manera.

Como nuestro amor, a veces con nubes, a veces con miedos, pero siempre ahí, más allá de todo, hasta de nosotros mismos, hasta más allá de la resplandeciente luna.

Y la luna fue haciéndose luego cada vez más pálida, y era como si el color amarillo jamás hubiese existido y como si fuese la primera vez que la luna es blanca y que las nubes la cubren. Porque las nubes -La palabra Lunes parece una mezcla de nubes y luna, preciosa palabra- no regresan ni se van, ni cubren ni despejan, todas esas interpretaciones las inventamos nosotros; y por querer inventarlas, no sentimos la verdadera belleza, la belleza en sí misma y no inventada por nuestros deseos de poder tenerla aunque sea en palabras o en ideas. de pronto todo se tornó claro y todo se tornó visible, ya no necesitaba ver con mi memoria, la blancura pura le regalaba de nuevo a mis ojos, la dicha de sentir todas las cosas. Y por no necesitar usar la memoria, no la usé, y era como si viera todo por primera vez.

Hola, mucho gusto, Amarilla Luna Pálida, creo que te amo, espero no pienses que estoy loco, sólo porque te lo digo ahora, luego de verte, por primera vez.

Porque el único amor verdadero es el que ocurre a primera vista. O mejor, amar es siempre ver por primera vez.

lunes, 8 de agosto de 2016

Sólo faltas tú para este beso.

Quiero regalarte el pedacito de infinito que me regaló una estrella. Anoche dormí mal y hoy desperté fatal, y todo eso importa muy poco, hoy quiero ir codo a codo, contigo, en esta aventura de un nuevo día que se llama amar.

Trato de pensar en ti, pero amarte no me deja.

Apareces como un mar que moja como mojan las simples y pequeñas cosas que me alegran la vida.

Oh, el conflicto es tan complejo y el amor es tan simple.

En días como estos temo tantas cosas, pero el miedo es siempre mío, y el amor es siempre nuestro. Y por eso te espero sin esperas, como caminar y sentir que eres la brisa, que invades mi ser con esa felicidad con la que son bienvenidas todas las cosas desde que tú me amas.

Ah, qué inmenso error ese de creer que el amor es repetir la dicha de ayer, qué inmensa tragedia los que tratan de controlar la vida esperando algo de ella.

Mujer inquieta, tempestad, tragedia, maravilla y calma. Eres tantas cosas cuando te comprendo, pero eres sólo mentira cuando te interpreto.

Así es, compañera, cúlpame, cámbiame, mátame, destrúyeme, haz todo lo que quieras, al fin de cuenta, uno es nadie y uno es nada, cuando ama.

Hoy es un día más o un día menos, o tal vez hoy es amor, y no hay medida ni tiempo.

Compañera, flor siempre nueva, sólo faltas tú para este beso.

Este poema es para mí.

Este poema es para mí
para cuando quiera hablarte
pero padezcamos la peor distancia
la de quienes no quieren escucharse
la distancia de quien grita por dentro
de quien dice: ¡Ámame!
y el amor del otro no entra
porque un corazón roto
es incapaz de escuchar
la canción de la vida.

Este poema es para mí
para expresarte lo que siento
cuando te golpees a ti misma
y asegures que es mi culpa.

La distancia es creada por nosotros
siento lo que sientes
sufro lo que sufres.

Este poema es para cuando me necesites
y no me encuentres
a pesar de estar a tu lado
con todos mis sentidos
mis pensamientos
y mis deseos
desangrados de ganas de querer
y no poder
darte lo que sólo existe cuando
lo quieres percibir.

Este poema es para decirte que no puedo leer
que no puedo escribir
que lo que te pasa me está pasando a mí
porque nosotros empezamos como dos
pero no hay principio ni final
cuando somos
un nosotros.

Ahí estaré contigo.

Cuando te canses de pedir
cuando dejes de esperar
ahí estaré contigo.

Cuando te dejes de ofender
cuando dejes de buscar
ahí estaré contigo.

Cuando toda una mañana de amor
se quiebre entre tus despiadados sentimientos
como se quiebran, sin saberlo, los segundos,
ahí estaré contigo.

El amor
no tiene causa ni razón
no sé darte lo que quieres
pero puedo darte lo que soy.

No me recuerdes
no me conviertas en una imagen
a la que recurres cuando tienes miedo.
No me necesites, no lo necesito.
Porque no hay condiciones para lo que siento
fuerte, o débil,
ahí estaré contigo.

Aunque me pidas que me vaya
queriendo que me quede
ahí estaré contigo.

Cuidándote para cuando regreses
esperando a que estés lista
para dejar de pensar que el mundo es tu enemigo
y descubras que tú eres el mundo.

Porque puedo callarme, pero no irme
porque cuando todos se cansen de esperar de ti
cuando no tengan de ti lo que quieren
y busquen a alguien
que sí se los dé
quizá te des cuenta
que siempre he estado
y estaré contigo.

jueves, 4 de agosto de 2016

Invitación al mundo Kelly

Es difícil hablar de literatura, por lo menos si la amas. Uno no trata con frivolidad las cosas que ama, esa es una de las pocas cosas claras de esta vida. Quizá algo más difícil que hablar de la literatura, es hablar de la literatura de alguien tan cercano y querido para ti, como me ocurre con Kelly Díaz.

Llenar este texto de halagos sería un insulto para Kelly. En especial porque si algo nos hace confiar el uno al otro es nuestra incapacidad para mentirnos tratando de ser agradables. Somos rudos, somos tiernos, somos escritores que no le tienen miedo al sufrimiento. Y por eso es que creemos en este proyecto que es el nuevo blog de Kelly Díaz. Con el mismo nombre, porque los nombres son apenas la sombra de su contenido, pero con una transformación que los lectores podrán sentir desde el primer momento.

Tal vez estamos locos, y tal vez es necesario estarlo si es que quieres apostarle a la literatura luego de observar por unos instantes toda la destrucción que han ocasionado en ella las mercenarias editoriales. Pero una cosa es cierta, la pureza de la literatura se encuentra al abrir el libro y no al venderlo. He comprado más de cien libros usados, en primer lugar porque soy pobre y en segundo porque soy vago, y hay algunos que están tan intactos que me hacen sentir que viajo en el tiempo. Kelly asegura que vivo perdido en el tiempo, yo le digo que en la literatura el tiempo no existe, porque en el amor sólo existe una eternidad que siempre acaba de empezar.

Lo cierto es que este texto debería ser más corto, pero yo no sé escribir por encargo, sólo sé escribir lo que siento como verdadero. Así que si están leyendo esto, es porque Kelly quiso compartir un texto dirigido para ustedes pero que realmente era exclusivamente para ella. Porque desde que Kelly me conoció, ella tiene quien le escriba.

Cuando conocí a Kelly no me impresionaron sus textos, ningún lector respetable puede impresionarse demasiado por los textos de un escritor joven que tiene aún tanto por sentir y crecer. Pero sin duda lo que me impresionó, fue ver su enorme potencial; porque conocer jóvenes escritores que escriban mal es casi una cuestión hormonal, pero conocer escritores jóvenes que tengan potencial es, sin duda, una de las maravillas más extraordinarias que a uno le pueda ocurrir. Y eso me pasó con Kelly Díaz, y desde ese entonces no me dejo de maravillar.

En esta nueva aventura los invito conmigo a sentarnos en primera fila y deleitarnos con el desarrollo y el crecimiento que nos quiere compartir Kelly, debido a que la literatura es un acto solitario que sólo existe gracias a la fe en la compañía, en los otros; escribir es de cierta manera ser uno con el mundo, y es ese el milagro que Kelly nos viene a compartir, y del que quiero formar parte, y espero que ustedes también.

Dos noches de amor.

Fueron dos noches seguidas, dos noches de amor entre tus alas. ¿Cómo contar la inmensidad? ¿Cómo alcanzar con las palabras lo que sólo se puede vivir? Podría recorrer de forma lineal los acontecimientos, pero tal vez es mejor no hacer que la sensación se someta al lenguaje sino que el lenguaje sea un instrumento para llegar a lo que va más allá de las palabras.

En la tarde hubo muerte porque hubo belleza. Nada es realmente hermoso al menos que nos borre, que destruya todo lo que hubo antes. Estaba contemplando un par de mariposas, una negra con puntos azules en la parte inferior de sus alas. La otra amarilla, como tú, con puntos negros, sombras y sol, un atardecer con alas.

¿Quién pinta las mariposas? Creo que nadie, uno sólo puede alcanzar lo realmente hermoso cuando es nada y cuando es nadie, cuando deja de ser el obstáculo entre el arte y su creación, cuando deja a la vida hacerse a sí misma a través de nosotros. En pocas palabras, a las mariposas las pintan, sin duda, tus ojos.

Llegaste con tu carita roja, escondida entra la blanca ternura de tu sonrisa. El tiempo tiene poco valor, en especial al ver tus ojos.

Sólo quería escucharte, sólo quería hablar contigo. Nunca sales de mi mente porque a diario tu belleza empapa mis sentidos.

La entrada a tu cuerpo estaba prohibida con sangre, pero la entrada a tu alma eran tus ojos y mis palabras. ¿Por qué contemplabas la negra lluvia de mi barba? ¿Por qué esa necesidad de interrumpirme mientras hablo para morder -con furia- mis enormes labios?

Yo decía "También te amo", y continuaba con la historia que andaba contando, a ti te hacía gracia tanta lucidez, querías quitármela toda a besos, querías invadir mis sentidos, llenarlos de ti. Lo cierto es que me sabes tuyo y eso es un hecho poético y no una interpretación. Qué bello momento el de esos dos seres que se escuchan y se sienten, no con los oídos, no con los ojos, sino con todos los sentidos. Tu verdad me estalla en los deseos, la belleza física estimula a la imaginación, pero la belleza interior estremece a los sentidos.

Se supone que que no podíamos hacer el amor, pero no la sabíamos. Y a veces la vida no vale por lo que uno sabe sino por lo que uno ignora. Tal vez eres mía porque soy el único que te ha llevado a orgasmos sin penetrarte ni tocarte, o tal vez te llevo a esos orgasmos porque eres mía. Pero la verdad es que nada es más cierto que la delicia de mis gemidos, y todo tu cuerpo temblaba al escucharme gritar con delicia tu nombre, y que todo de mi te pertenecía.

Me dormí de inmediato, y mis brazos acompañaron con su fuerza la belleza de tu sueño. Qué manera de apretarte, qué manera de amarte hasta dormido.

Pero las puertas tienen una misteriosa belleza que la memoria desconoce, y tú presencia es siempre la entrada de algo nuevo e irrepetible.

Ya era la segunda noche, pocas sensaciones son mejores que esa que ocurre al saber que alguien es absolutamente libre y aún así te elige cada noche.

Qué manera de amarte, te hice el amor cuando llegaste y lo volví a hacer cuando te fuiste. Hacerte el amor es un delicia, pero hacerte el amor mientras gritas que eres mía es de una belleza insuperable. Todos esos nombres por los que me llamas y sólo nuestros orgasmos los conocen. Esa belleza de tener a una mujer multiorgasmica que sólo se corre junto a mí, porque más que la cantidad lo importan es sabernos uno.

Luego hablabas de política, estabas indignada y te brillaban los ojos aunque la luna no me dejaba verlos. Es asombroso sentir tu furia; hay amores imposibles, el nuestro es todopoderoso.

El amanecer llegó y nosotros éramos tan bellos y tan juntos como dos alas en la misma mariposa. ¿Las mariposas se sienten gusanos por dentro? ¿O acaso para volar es necesario soltar la memoria? Tus caricias y tus palabras. Quiero que me demandes, que me pidas, que me exijas, que me implores. Quiero que saques tu debilidad y tu fortaleza. Así me gusta, suplícame como nunca le has suplicado a nadie, exígeme lo que se supone que debe salir sin pedirse. Convierte la en opresión la libertad, y luego desátame dentro de tu piel.

Ya sonaba el despertador pero el reloj de nuestros cuerpos nos pedía eternidad en vez de tiempo. Amo cuando me pides sexo, amo ser tu dueño, el que te suple, el que te llena, el que te exige. Hay ciertas horas de la noche en donde hasta el susurro más suave es un grito, yo quería que todos mis días empezaran dentro de tu cuerpo. Dormir contigo es una delicia pero desvelarme entre tu piel es mucho mejor.

Se abrían tus piernas y todo lo demás ya no existía, mi cuerpo entraba en ti, mis ojos ardían en tus ojos.

Qué delicia es que me hables a centímetros de tu boca. Nos esperaba afuera un día que se daba por vencido, hay noches, noches de amor, que superan todo lo que antes se llamó vida. Y a veces, esas noches son seguidas.

Escríbeme, pediste, desde que me escribiste por primera vez no podía creer las cosas hermosas que podías inspirar.

Oh, querida, te escribo, y te escribiré toda la vida, pero mis palabras no son más que la sombra de tenerte, de sentirte conmigo.

Las palabras son ausencia, me gustaría que hoy también duermas conmigo.

Sólo quiero hacerte el amor, cuidarte, escribirte, sentirte, y que a nadie sino a mí le pertenezcas.