domingo, 29 de enero de 2017

Diario de Raga, día 5.

Me estoy empezando a dar cuenta de que a veces nos interesamos en algo sólo cuando se nos es negado. Estamos tan acostumbrados a que nuestra vida se trate sólo de satisfacernos que lo único que nos arranca de semejante monótona y predecible existencia, son esos instantes de frustración. Aunque con la frustración ocurren sólo dos cosas, o la satisfacemos y todo vuelve a esa muerte que por alguna extraña razón asociamos con seguridad, o, por otro lado, empieza esa interminable sensación de sufrimiento y miseria y dolor por no tener lo que anhelamos.

¿Nos damos cuenta de lo absurda que es nuestra existencia? ¿De lo embotados que estamos? ¿De que el objeto de nuestro deseo cambia pero no el movimiento mecánico y repetitivo de desear, frustrarnos, acostumbrarnos, insensibilizarnos y sufrir?

Yo no digo que el deseo sea malo, y que lo debamos reprimir. Eso es tonto, desear reprimir el deseo es un deseo más. Y la historia humana nos demuestra infinidad de intentos por acabar con el deseo a tráves de la represión de los mismos. Lo que genera solamente atrocidades humanas, en las que no quiero ahondar pero que todos pueden ver tan fácilmente a sus alrededores o en sus memorias.

Ahora bien, ¿cómo afronto al deseo sino a tráves de la satisfacción o su represión? Una cosa es clara, cuando realizo mi deseo me aburro, porque me doy cuenta que, sin importar si el deseo es de caracter espiritual, moral o físico, nunca es lo que mi expectativa anhelaba, y, por ende, trato de desear otra cosa, a la que llamo "más elevada"; o tal vez, sólo tratemos de vivir alcanzando y alcanzando cosas, para no tener que verle la cara al hecho de que sin esos deseos mi vida carece por completo de sentido, porque son ellos el centro de mi existencia.

Pero bien, ese deseo es parte de mí, tratar de reprimirlo, de controlarlo, de suprimirlo, sólo consigue mutilarme, lastimarme. Incluso hay monjes que han optado por extirpar sus organos sexuales para liberarse del deseo. ¿Te das cuenta de los mounstruoso que es esto? ¿de hasta dónde hemos llegado en nuestro anhelo de alcanzar algo que no existe, que sólo hemos imaginado? ¿No te da ganas de llorar, no te hace sentir responsable de encontrar algo más allá de esto caminos incesantemente recorridos que no llevan a ningún lugar nuevo, y ser libre de esta máquina de destrucción en la que se ha convertido la conciencia humana?

Toda idea de un estado superior en el que no hayan deseos, es meramente un ideal, pero la realidad es el deseo, no lo que intento hacer de él, ya sea realizarlo o suprimirlo. El deseo es lo que somos, su realización o liberación es el ideal de lo que desearíamos ser. Y en ese movimiento de tratar de convertirme en algo que no soy, quedo totalmente dovorciado de toda posibilidad de afrontar lo que soy; y si no afronto lo que soy, no existe la más mínima posibilidad de comprenderlo, y comprenderlo es cambiarlo. Sin la muerte de los ideales los hechos se vuelven incomprensibles.

Los ideales están determinados por nuestro condicionamiento, en cada rincón del mundo todos los seres humanos tienen ideales, pueden variar de forma, pero la forma que adquieren está determinado por el lugar en el que nacieron, por los libros que han leído o las cosas que les han inculcado.

¿Somos conscientes de que nuestros ideales son limitados porque dependen de nuestro pasado, y de que por más que anhelemos el futuro y proyectemos ilusiones siempre ellas nacen de las cenizas del ayer? ¿Puedes verlo, puedes palparlo, sentirlo en tu sangre? No como un concepto sino como un hecho, no como una idea, sino verlo ahora, en tu interior, cuán limitada es cada proyección generada por tu mente.

Qué acaso eso no te hace detenerte, acaso tu cerebro no queda en un silencio indescriptible al observar cuidadosamente el movimiento incesante en el que queda atrapado la mayor parte del tiempo.

¿Se pueden observar las cosas en ese silencio, no a tráves del cristal del ayer sino mirar, mirar ahora, con ojos frescos y nuevos, y tener un contacto con lo que observamos que no está limitado por el recuerdo de las cosas que hemos visto y sentido en el pasado? ¿Acaso en este estado existe frutración, deseo o búsqueda de satisfacción, control o represión?

¿Vas a esperar por mí para responderlo o vas a intentar hacerlo?

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