jueves, 16 de febrero de 2017

Diario de Raga, noche 2.

No suelo hablar por hablar, ni escribir por escribir. La mayor parte del tiempo soy una persona muy callada y de semblante bastante serio, lo he sido así desde niño, y eso intimidaba tanto a los profesores como a los estudiantes. No me gustaba prostituir mi sonrisa, y aún hoy siento que mi sonrisa una de las cosas más hermosas de ser yo, porque no la vendo ni la reprimo, sino que nace espontáneamente cuando tiene que nacer.

Mi voz nace desde lo más hondo de mi ser, no hablo por fragmentos, hablo con lo más profundo que hay en mí y que no tiene nombre pero nace sólo de silencio de no disipar la energía a través de innecesarias palabras. Y es por eso que mi voz honra el silencio, es por eso que mi voz es sonido y no ruido, y lamento mucho si sueno arrogante por hablar con seguridad, pero esa es mi forma de andar, pisando firme, y si me equivoco, corrijo; pero cuando me equivoco es sin andar tambaleando entre cada paso por miedo a equivocarme.

Mi voz, paradójicamente, es bastante suave, y hablo con ternura, suelo expresar mucho cariño y compasión por todas las personas con quienes comparto, pero eso no puede expresarse de forma escrita. En un relato uno puede explicar -y muchas veces se debe- el tono de un personaje, describir su naturaleza, encarna las imágenes a través de los detalles.

Muchas veces parezco alguien bastante serio, y es porque lo soy, yo vivo todo lo que escribo, yo soy todo lo que escribo. Cuando quiero escribir un poema de alguien, o de algo, yo debo convertirme en ese alguien o ese algo, hasta que no sea uno mismo con el poema, las palabras expresadas van a sentirse falsas en mi interior, y tal vez el lector no tenga la sensibilidad de sentir esa falsedad, pero el arte es una expresión en sí misma, como la vida. Un artista no es alguien aprendido, sino alguien que aprende, y es por eso que para mí el arte no es un escape de la vida, sino una forma de expresarla.

Pero lamentablemente, los cobardes traducen todo lo que ven al lenguaje de su propio miedo, y yo no escribo para el miedo, ni para manipular a los otros ni para pedir que me manipulen, si escribo es porque el miedo termina, si mi llama arde es porque es fuego, y no puede arder mi llama si la leña está húmeda de temores, pero basta de metáforas.

El punto es que soy bastante protector y cariñoso, no pierdo el tiempo con los que tratan de ser mis admiradores, ni con los que son tus amigos a medias, y mucho menos con los que trantan de hacerme daño. (Los que tratan de hacerle daño a mis amigos, esos no corren con la misma suerte).

Si uno quiere conocer a alguien debe pasar tiempo con esa persona, pero casi todos vivimos en un estado de andar teniendo prejuicios de los otros por instinto de defensa propia, lo que impide que podamos comprendernos, comunicarnos, relacionarnos realmente y no a través de imagenes. Y la vida es relación, por eso es que nuestras vidas suelen ser un campo de batalla, porque nuestra manera de ver las cosas, nos pone en conflicto con los otros, y eso es nuestra vida diaria, por más que se agarren de manos, sean exhibicionistas en las redes sociales y proclamen lo mucho que aman a alguien. Siempre termina siendo la vida una constante lucha, frustración y decepción, y casi todos se conforman con vivir así, y asumen que no hay otra forma de vivir.

Ustedes pueden seguir viviendo de esa forma, yo hace años decidí que tener ese estilo de vida, no me interesa. Aunque me llamen arrogante por eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario