domingo, 12 de febrero de 2017

Ven, soplemos esta vela.

Porque cierro los ojos
y sueño conmigo soñando
en una cama
como si pudiese soñar para siempre
con una rosa blanca, que eres tú.

Eres un río que nunca dejó de fluir
pero luego terminó desbordándose.

¿Cómo escribir algo para dejarle claro al mundo que lo que ellos llaman amar y lo que yo siento por ti no es ni de lejos lo mismo?

Tú con tus enormes ojos de luna mirando a todas partes cuando te miro,
tú con tus ojos de cielo, mirándome fijamente, sin despegarse un segundo, cuando no me doy cuenta de que me miras.

Eres ideal para mí: no tienes ideales, ni yo tampoco, y el que se aparezca esperando que mis palabras hagan un concepto para que puedan adorarnos o envidiarnos, pierden su tiempo.

Miro a mi alrededor y nada se parece a ti ni a mí, no ando presumiendo mi felicidad, o mejor dicho exagerándola, que al final de cuenta, eso es lo que termina haciendo todo el mundo. Tenemos tanto por hacer, tanto de que hablar y tanto corazón para sentir, que perder el tiempo presumiendo y compitiendo con los otros o entre nosotros es algo que carece totalmente de sentido.

Yo veo más de ti en las nubes, en la brisa y en los árboles que lo que puedo ver en la palabra mujer. Porque no eres sólo una mujer, eres la belleza tierna que se cuela en todas las cosas que también eres tú.

Pocas cosas son tan tiernas como escucharte hablar cuando te sientes nerviosa y no se te entiende nada, y es tu voz la que puede comprenderse y sentirse, mas no tus palabras.

Qué belleza es que me cuentes tu día y saber que hay cosas existen sólo porque tú las escribes.

¿Cómo contarle al mundo la inmensidad de lo que eres si ellos mismos lo verán cuando vean la gran escritora que eres? Y saber que estoy contigo desde el comienzo me hace sentir indescriptiblemente afortunado.

¿Y si llegas a morir y la vida me arranca una de las cosas más bellas que me ha pasado? Pues en ese entonces mi tarea será contarle al mundo que tú exististe y que el hecho de que un ser tan bello habite la tierra es totalmente posible.

Eres pura, eres un ser inocente, me da tanto alivio ser yo quien te haya encontrado, poder cuidarte, acompañarte en cada florecer, lamer tus rocíos y empaparme en tus nubes. Volar sin alas se puede para el que ve dentro de tus colores.

Nunca supe lo que era ser hombre hasta que me di cuenta de que había nacido para protegerte, mis fuertes brazos son cuernos de márfil, y pobre de todo aquel que intente hacerte daño.

Te cuido y te protejo, hasta siento recelo a la hora decir tu nombre, miro a todos lados antes de pronunciarlo, porque cualquier cosa que comparta de ti es entregar un tesoro.

Incluso estoy pensando en no compartir este poema, es tan innecesario poner en palabras lo insondable, lo inmesurable, porque todas esas cosas eres tú. Y me siento afortunado de escribir este poema mientras estás a mi lado, dormida, sin saber que me dices entre balbuceos cuánto me amas. Y eso no lo recordaras mañana, y yo no podré olvidarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario