miércoles, 29 de noviembre de 2017

Cuando una chica te deja por no ser un hombre de verdad

Cuando tenemos miedo a perder a alguien, déjamos de ser nosotros mismos, y queremos ser lo que créemos que esa persona desea, en orden de hacerla feliz, y que no nos abandone.

Puede que ella se haya sentido atraída por ti porque te observó como un hombre, atractivo y con la capacidad de protegerla, en especial si eres un poquito vanidoso o arrogante, cosa que a las mujeres les encanta, siempre y cuando no caíga en lo absurdo. Ser arrogante de una forma pícara demuestra confianza en ti mismo, sin necesidad de desprestigiar a los demás, que es un hábito frecuente en personas que piensan que cualquiera puede ser mejor que ellos, y al sentirse amenazados, buscan todos los defectos posibles en esas personas, y muchas veces, sacan de contexto lo que dicen, para ridiculizarles.

Una mujer responde a un hombre con confianza en sí, y todas las consecuencias de creer en ti mismo son lo que te hace atractivo.

Pero a veces nos sentimos inseguros, y actúamos como un tipo complaciente, le enseñamos a nuestra pareja que puede hacer lo que quiera con nosotros, que puede ser irrespetuosa y no vas a defenderte, y muchas veces una mujer te reta sólo para ver si te vas a defender, sólo para saber si eres un hombre de verdad, y cuando fallas todas estas pruebas cotidiana que te pone, pierde el interés en ti, y una vez que una mujer pierde el interés en ti, no hay nada que puedas hacer.

El miedo hace que ya no te conviertas en su hombre, sino en su niño, el miedo te convierte en alguien que busca una madre, no una pareja, y esta actitud es intrínseca en hombres inseguros, hombres que se refugian en la imagen materna porque necesitan depender de alguien para sentirse -artificialmente- protegidos.

Puede que una mujer insegura -y por lo tanto controladora, porque el control es el miedo a la libertad del otro- esté contigo porque al estar contigo siente que es seguro, pero gradualmente te empieza a dar por sentado, se empieza a aburrir de ti, a quejar de ti, y, por supuesto, a sentirse atraída por otros hombres que tengan todo lo que tú no: respeto a sí mismos, porque las personas van a percibirte como te percibas a ti mismo, y si no te percibes como alguien que merezca ser respetado, estás invitando a tu vida a personas que te pasen por encima y abusen de ti, porque los abusadores llegan hasta donde tú los dejes, y es indispensable que aprendas a defenderte para que te respeten, porque alguien que no te respeta, no puede amarte.

La debilidad (y con esto no quiero decir que no seas vulnerable, una mujer necesita saber que tienes un lado vulnerable para confiar en ti, el hombre que nunca se abre es un hombre con miedo, y por lo tanto, un hombre peligroso) ocasiona que las personas te den por sentado, y la única razón por la que una mujer -o un hombre- va a permanecer con alguien que dé por sentado, es porque no tiene el coraje de ir a por lo que quiere, y viven una vida insatisfecha, guiada por sus miedo e inseguridades, y no por sus pasiones, por algo que le de sentido a sus vidas.

Y tú no quieres estar con alguien así, y más importante, tú no quieres ser alguien así.

Un hombre vulnerable es sexy, y con esto no hablo de un manipulador que quiere hacer sentir mal a las mujeres en orden de controlarlas, sino un hombre que no tenga miedo a admitir sus inseguridades, y trabajarlas con su pareja, lo cuál demuestra madurez y compromiso, que sería lo opuesto aun manipulador, que quiere que los demás se sientan culpable para que hagan todo lo que él quiere.

Un hombre seguro de sí mismo no busca faltarle el respeto a ninguna mujer, ni manipularlas, ni herirlas. Y de la misma forma, no se deja manipular por las inseguridades de los demás, porque él sabe que para que su luz brille no necesita apagar la de nadie más, y que al final del día las opiniones de los demás no son lo que lo definen.

martes, 28 de noviembre de 2017

Angie Jaramillo

Hay un ruido fuerte en la casa
Que no te despierta
Hay un ruido en la casa
Que te sumerge en una pesadilla.

Hay una paz en el jardín
Que no es la ausencia del ruido
Los árboles y los pájaros se detienen a sentirla
Y se alejan de nuestra llegada sin ganas de huir.

Deja de buscar un invierno
Para todas las flores que te siembro
Las hojas en césped no han dejado de volar
No te avergüences esta noche, de la blanca nieve de tus sueños.

Si quieres aprender a protegerte: cuídame
Te invito al silencio cuando cantas y me miras
Otra hoja de hierva que es peinada por la brisa
Y un cronopio flota sujetándose de un diente de león.

No estornudes todavía, tienes una mariposa en la nariz.
No llores mientras miro el oro de tu risa,
ponte la ropa abrigadita que ya es hora de dormir.

A veces te recuerdo al ver los patos volar
me encanta cuando graznas, tienes la voz de la naturaleza.
Cuando te miro te haces tímida como una ardilla,
pero cuando me descuido por el cielo azul -ay, este azul- te pones a volar.

La luna esta hoy por la mitad, y también azul,
se le olvidó irse a dormir cuando llegó el sol
ojalá a ti se te olvide la vergüenza
cuando recuerdes que este poema lo he escrito yo.

El banco azul

Estoy sentada en un banco azul, el viento corre tropezando con mi cabello, el sol hace sus maravillas con las sombras. ¿Quieres ser el viento de mis hojas?
La tarde es apenas una niña, por eso es que aún no entro a clases, porque quiero jugar con la tarde y los cantos de esta niña amarilada.
Estoy sentada en el banco azul, en la Facultad las personas pasan cada cual al ritmo de su propio hollín.
Me siento en este banco y pienso en ti.
El banco azul no me reconoció al verme “¡¿Eres tú?! ¡Pero qué colores!”
En este banco azul me sentaba yo, cuando era más pequeña y triste. Pensaba en el dolor de los vientos sobre las hojas secas, hojas que luego pisaba como para escucharme crujir también. La soledad se sentaba a mi lado, cansada. Entonces los árboles me hablaban en grandeza y yo les preguntaba ¿dónde languidecía el amor? El banco azul siempre callaba, me acogía.
Así pasaba mis tardes, y los ojos pasaban sobre mí también, la oscuridad se cernía sobre mis pestañas, mis ojos eran inmensas tristezas.
Y entonces cómo esperaba el color, los libros reposaban sobre mis piernas. Leía poemas que los árboles felicitaban. Creo que entonces me preguntaba cuándo llegarías, creo toda mi vida estuve por ti esperando y acaso lo sospechaba entonces sentada en este banco azul, para escribirte ahora que desde hace vidas y árboles y hojas aquí te esperaba, silente tímida, pequeña.
Este banco azul, ahora pienso en ti, y los árboles preguntan a dónde se fue la inmensidad en tristeza de mis ojos, y adónde se fue y el banco azul repite “¡qué color!”
Pienso en ti y ya no piso hojas secas porque contigo aprendí que son poemas.
El sol baja por mi espalda, y pienso en ti.
Regreso a este banco azul como color y me fundo en la alegría de pensarte con el viento de una alemana, la alemana -ese baile clásico de los salones de Goethe.
Pasan las personas y sigo aquí y ya debería subir a clases.
Solía pensar mi refugio era este banco azul rodeado de verde y silencio, ahora sé que eres tú mi hogar.
Sonrío y las personas inquieren sobre mi sonrisa pero nada saben y no escuchan al viento que aún canta, el viento que le hace el amor a las hojas.

domingo, 26 de noviembre de 2017

Bitácora de mi lucha contra el cáncer: Capítulo dos.

Ayer pasé el día con Susana, y fue tan hermoso. Me contó la verdadera historia -o por lo menos su versión de los hechos- que ocurrió entre ella y Galileo, su amor.

Me siento terrible por haberla juzgado mal, y tuve que decírselo, y fue hermoso, es tan liberador reconocer que nos hemos equivocado y sentir que sale desde adentro y que la otra persona no puede odiarnos -¿cómo podría? si a uno le duele tanto como a ella haberla juzgado de tal manera, y en tu voz y tus lágrimas se puede sentir.

La historia contada por Galileo es, como suele ser siempre que los hombres hablan de sus exes, incompleta, para suprimir lo momentos en donde fueron tan vulnerables y de los que ahora se arrepienten o avergüenzan, pero Susana me contó precisamente esos momentos, los que le dan sentido a esta historia.

Yo observaba la luna y estaba por la mitad, cual niña asomada detrás de una puerta, una niña asustada escuchando conmigo esta historia, y con tanto miedo a ser descubierta.

Susana me cuenta entonces que Galileo era mal amante, pero que a ella no le importaba, que lo amaba, y que hacerlo feliz le hacía sentir plena, plena aunque no conociera aún lo que es un orgasmo. Yo me sentí tan mal al pensar en Julio, en lo afortunada que soy, en lo desafortunada que es ella y que son todas las mujeres. Tal vez me siento mal porque no creo haber hecho nada para merecer a Julio, es más de lo que imaginé, es más de lo que creí que podía existir.

Ahora veo a llorar a Susana y quiero limpiar sus lágrimas con mis dedos, quiero besarla, quiero ir a casa y que Julio le haga el amor, que Julio la haga suya como me hizo a mí, que le devuelva las ganas de vivir como lo hizo conmigo. Julio es lo único realmente bello que me ha pasado en la vida y es como si deseara compartirlo con todo ser que se lo merece.

* * * * *

Regresé a casa, estoy enferma, no debí comer helado, pero es que uno se descuida cuando es feliz. Le conté a Julio la historia, y terminé hablando de cosas que no tenían nada que ver, pero Julio lo recuerda todo, me trae de nuevo, me endereza el camino; siento que es paciente conmigo porque de alguna manera se da cuenta que nunca antes conocí a alguien tan interesado en mí, en lo que tengo que decir, es como si uno no aprendiese realmente a hablar hasta que encuentra alguien realmente interesado en escuchar. Y ese es Julio, el hombre que me dio la nueva vida, la vida llena de primeras veces.

Le conté a Julio el escenario en donde Galileo le rompió el corazón a Sussy, él se hallaba en una fiesta a la que ella asistiría. Sussy nada que llegaba y Galileo ya estaba drogado hasta la madre, y cuando él se droga sus deseos sexuales se acrecentan, y eso, sumado a la debilidad intrínseca de la voluntad al estar drogado, le hizo acostarse con otra chica en la misma fiesta.

Pero es necesario aclarar que Galileo solía acostarse con esta chica y Susana lo sabía, Galileo desde el comienzo le dejó claro que él no podía tener una relación cerrada debido a que su apetito sexual era demasiado grande. Y por eso hasta este punto yo pensaba que la culpa era de Susana por aceptar eso y aún así querer cambiar a Galileo.

Sin embargo, lo que Galileo no me contó son las venas de esta historia, lo que me contó Susana, y me hizo cambiar mi manera de ver las cosas.

Resulta que Galileo le había dado un periodo de prueba de un mes a Susana, a ver si él se convencía y aceptaba su relación. Y ese periodo siguió avanzando, y nunca se definía, y esto hacía que Susana se aferrara a esa esperanza, a esa esperanza que no era nacida de su egoísmo solamente, como pensaba, sino creada en parte por la indecisión y promesa de pronta definición de Galileo que jamás llegó.

Durante ese tiempo pasaron cosas hermosas entre ellos, Galileo se convirtió en el primer hombre de Susana, y ella hallaba una increíble ternura en detalles tan sublimes como verlo dormir feliz después de un orgasmo, o recibir esos abrazos que Julio me cuenta que todos los hombres dan después del orgasmo, no por amor a la persona, sino más bien como por agradecimiento de dejarlos en ese estado. Y me dolía pensar lo hermoso y nuevo que todo aquello era para Susana y que era imposible que fuese igual para Galileo.

Susana llegó a la fiesta, se los encontró teniendo sexo en un coche, y cuando los enfrentó Galileo le dijo que ella sabía que eran libres, y que se podía acostar con quien quisiera así como él lo acababa de hacer.

Y le rompió el corazón.

Julio escuchó con paciencia, yo sentía una intensa curiosidad por preguntarle que hubiera hecho él en ese caso, pero no me atrevía; y sin embargo, él como siempre sabía lo que quería y no me arriesgaba a decir. Y me contó que en ese caso, a Susana lo que le dolía era sentir que no era especial para él, que ella y la puta del coche estaban al mismo nivel, decirle a Susana que podía acostarse con otro no era decirle que amaba su libertad, era decirle que era tan puta y poco importante como la mujer con la que se acababa de acostar. Y cuando dijo esto, yo casi pierdo el aliento al sentir tanta inteligencia de su parte y quise en ese instante saltarle encima y hacerle el amor.

Luego continuó diciendo que Susana necesitaba era que Galileo la reafirmara, que le díjese que él tuvo que usar a la puta esa porque se moría de ganas por su mujer pero nada que llegaba, ¿dónde carajos andabas? ¿por qué haces que tenga que cogerme a otra en tu ausencia? ¡Estaba pensando en ti mientras me la cogía! y luego besarla y hacerle el amor mientras ella se sentía la más afortunada en todo el mundo.

Es tan bizarro todo esto, en especial porque es tan cierto eso, todos los hombres deberían ser como Julio, ojalá algún día Susana tenga la dicha de sentir cómo él le hace el amor...

jueves, 23 de noviembre de 2017

Jessica Raga: Para la tristeza de su olvido.

La mujer sucumbe, termina por gritar una renuncia que se sumerge en los aullidos de la noche y del desengaño.

El hombre la desenvuelve, la arranca del dolor y se la amarra en la cintura.

La mujer olvida que ha sido engañada, olvida los ojos del esposo que reposan en el hijo, olvida: olvida con el dolor que sólo tiene el olvido.

El hombre navega en sus senos, inmensos, llenos de vida y sabores; juega, juega a que la mujer le pertenece, juega aún más, y la mujer suspira como haciéndose otra. Otra que no olvida aún porque aún no ha vivido.

La mujer mira el cielo raso y se sacude como recién florecida ante los primeros movimientos que ejercen sobre ella aquellos dedos. Tan llenos de olvido, de dolor y de memoria.

El hombre disfruta al verla delirante, la apacigua, y la maltrata como sólo se maltrata a una mujer cuando el hombre se siente al borde del olvido. Ese maltraro, ese anhelo de memoria, ese anhelo de no dejar de ser, o por lo menos de existir.

Regresa a la cima tomándole el cabello, es una coronación de un peón que creían olvidado, arrebata así lo poco que queda de ese pelo que ella se mutiló tratando de mutilar a su vérdugo junto a su capacidad de competir, de sentir dolor. Soy hermosa, piensa, ¿entonces por qué no soy suficiente? y con esa pregunta, poco a poco muere, dolorosamente muere.

La mujer oscila, cierra los ojos, da dos gritos más y acaba la noche. Pero no acaba ella, para la tristeza de su olvido.

* * * * *

El arroz es integral, ella enciende la cocina.
La miro y me repugna, siempre tuvo torpes los dedos, se le caen unos cuantos granos y me mira, sonríe, sonríe como si…

-¿Papito porque no está la comida? ¡Hambre!

-Ve y pregúntale a tu mamá.

-Entretenlo un rato, que el arroz integral es el más se tarda en cocinar, entretenlo.

-¿Cómo te entretienes tú?

-¿Perdón?

No puedo mirarla otro instante, su cuerpo, yo no deseo su cuerpo, hay demasiado hastío, lo he poseído demasiadas veces, me siento forzada a desearla y esa presión me hace aborrecerla; pero como odio pensar que se revolcó con él, maldita sea, con el mismo cuerpo que mío fue. Si yo no lo deseo no debería ser capaz de arder.

-Sí, quiero saber cómo fue que te acostaste con él, y no omitas ningún detalle, todos sabemos que ahí es donde se encuentra lo esencial, ¿verdad, Juneyker?

-¿Qué es esencial, papito?

-Esencial es la mentira, vete y cuida a tu hermanito que los voy a sacar un rato.

-Bueno, papito. -exclama la esperanza sin memoria.

-¡¿Cómo puedes hablar así frente al niño, cochino?!

-Yo hablo como me dé la gana, primeramente...

-Tú empezaste todo esto ¡tú! ¡Tú eres el cochino! ¡Te acostaste con una niña de 20!

* * * * *
El arroz comienza a hervir, y la olla toma el hilo de los esposos, ultrajada también porque es el esposo un soberano cochino, (la olla suspira con ese supiro de indignación que sólo tienen los andinos).

-Acostarse con una jovencita mientras la madre sufría al tiempo, no es justo, nu nu, claro nu es justo, y si se acostó con aquel hombre fue para igualar los daños.

La olla coincidía.

* * * * *
-Yo soy tu esposo y a mí me respetas, tendrías que haberle dicho al asqueroso ese que dejara el orgullo, qué valía hay en acostarse con una mujer que…

-Tú fallaste primero, así que calla, y no me vengas a tratar de callejera, que los hijos te los di yo, que a tus hijos los parí yo.

-Dime si ese malnacido te hizo gritar, ¡dime!

-Ay, que yo no he hecho nada más que amarte, y me dejaste sola, ¡sola!

El llanto se hace largo y el arroz ya se seca, las burbujas desaparecen así como el tenor del hombre.

-Yo creo que alguien se porto muy mal, Matías, pero no sé si fuiste tú o fui yo, es que mamá no llora desde que tú eras un apenas nacido, Matías.

Yo creo que Papito tiene muchas ganas de ir al parque, y mamá no lo deja, y también por eso pelean; yo no sé, Matías, pero si te pones a gritar tal vez salgamos más rápido.

-Yo no sé qué…dime cómo te encontraste con él, ¿cómo?

-No ves que ya nada puedo, que yo quería, que quería volver a ser mujer.

-Pobre damisela, le aseguro yo que es una verdadera heroína, amigo mío.

-Eso dice usted siempre porque es un cucharon, un cucharon que cede a todo.

-Diré que me contenta ser cucharon y no olla, mire como desvaría la pobre y se le quema el arroz.

* * * * *
El humo se propaga por la casa, y ambos tropiezan con los muebles; se caen, y acaso él la envuelve con su rabia, se escucha un susurro y dice “por favor”, pero nadie atiende y los niños tosen en un cuarto azul.

La olla se hace negra luego de ser verde, el hombre que fue esposo deja las lágrimas en su mujer, una mujer llena de humo, una mujer que desapareció en él hace tanto ya. La mujer ya no ve nada, pero se lamenta lo mismo, y recuerda, recuerda que lo había olvidado, recuerda que disfruto ser mujer de otros brazos, recuerda que ya no es suya ni de ella misma, que no será ya de nadie.

Los hijos salen y el padre enciende la moto, se lleva a uno mientras el otro llora y llora, como acompañando los gritos de la madre. Enciende el auto y apaga la cocina.

“El matrimonio huele como arroz quemao’.” –dice y se lleva al pequeño.

La casa está sola y piensa la olla. “De seguro que el desengaño tiene sabor a casa vacía.”

Comenta ahora el elegante cucharon al cuchillo desafilado: “Pero la prueba de que no la amaba es que todavía vive ella… ¡Yo no se la dejaría viva a nadie si no fuese toda mía! Eso lo escuche una vez de una muchachita, recuerdo que hablaba y hablaba, pero creo que lo había leído en alguna parte.”

“¿Eso quiere decir que ninguno se amó?”

“Eso me parece, querido mío, pero a saber…yo pienso que si tuviera un buen trozo de gelatina, no permitiría que nadie se lo comiera.”

“¿Y por qué gelatina?”

“¿Y por qué no?, el amor viene en todas las formas y colores.”

“Ah, es que usted ama.”

“Yo sé, señor sin filo, que usted amaría también si encontrara un buen trozo de queso que picar.” 

“¡Cállense ya!” –dijo la olla.

“Y por qué, si es ahora que podemos hablar.” –contestó el ingenioso cucharon.

miércoles, 22 de noviembre de 2017

El día en que cometí un feminicidio

Mi nombre es Joseph Arturo Raga, jardinero de profesión y escritor de vocación, y escribo esta carta debido a que deseo aclarar algunos aspectos acerca del feminicidio que he cometido.

El día 25 de noviembre, me entregué a las autoridades luego de haber asesinado a una mujer. De hecho, yo mismo fui el que reportó su muerte. Y en todas las noticias mi rostro serio y calmado salió a relucir como muchas cosas: feminicida, abusador sexual, críminal a sangre fría y algo acerca del patriarcado que no sé qué es pero al parecer formo parte.

Yo entiendo perfectamente bien este miedo a los hombres, debido a que, si no estoy mal informado, el 95 % de los abusos sexuales son cometidos por hombres. Y por eso dediqué gran parte de mi vida a educar a las mujeres de mi familia para que supieran descartar a los hombres que mostraran rasgos de maltratadores, controladores, y agresivos. Señales como la inseguridad, como molestarse por no responder un mensaje, o la violencia cuando no obtenían lo que querían, y cualquier tipo de manipulación. Nunca he pensado que las mujeres deben renunciar a los hombres, simplemente creo que es necesario educarlas a pasar el tiempo de su vida con el que sea correcto, debido a que, luego de invertir emocionalmente en alguien, es más arduo despegarse de él.

Maté a una mujer, es cierto, pero no considero que se me deba ver como feminicida. Aunque los dejaré a ustedes juzgar por sí mismos. Y les pido que tengan en mente que, según me explicaron, un feminicida es una persona que comete un crímen en contra de alguien sólo por ser mujer. Y la verdad es que, durante toda mi vida, a las mujeres no he hecho otra cosa que darles el trato que un hombre educado, cariñoso y protector, le da a las personas que ama; pero de cualquier forma, aquí están los hechos:

La hija de mi hermanastro -que debería tal vez llamar mi sobrina, pero la verdad es que no tengo demasiado apego hacia ella, ni la siento como mi familia- estaba siendo abusada sexualmente. Pero no por mí, aunque a los medios y a las personas que difundieron la información de los medios, no les pareció demasiado importante corroborar la información.

Voy a aclarar el contexto, fuimos a un pueblo que queda a unas cuatro horas de casa, muy alejado de la ciudad, y estabamos en una reunión con amigos de la iglesia para pasar el día de acción de gracias.

Aclararé una cosa, cuando uno se casa con alguien, se casa con toda su familia, creencías, y amigos, y dejo esto claro para que entiendan por qué me hallaba en un lugar del cual no formaba parte, ni simpatizaba, y hasta ciertos niveles, tampoco toleraba.

Yo quería pasar el día de acción de gracias con mi madre y mi hermano, los únicos miembros de mi familia que viven en este país conmigo, pero ellos la iban a pasar con la familia del esposo de mi madre, y son personas que no me hacen sentir precisamente bien a su alrededor. Dejo esto claro, porque quiero que entiendan qué estaba haciendo yo en un grupo de personas religiosas cuando personalmente, no tengo ninguna creencia de esa índole.

Y perdonen que insista tanto en eso, pero la policía siempre hace incapie en querer saber por qué uno está donde está a la hora del crímen, y pensé que ustedes querrían entender lo mismo.

Lo cierto es que me dirigía a mear, y escuché un sonido extraño, como el de un juguete cayendo al piso; y cuando estaba tratando de orinar, no pude, debido a que el recuerdo del sonido me perturbaba demasiado. A veces eso me ocurre, hay sonidos que por lo general ignoraría, pero en ciertos momentos, no puedo dejar de escuchar, me llaman con una fuerza misteriosa, y yo siempre respondo a su llamado.

Me cuesta empezar a escribir estas líneas, siento un mareo en el estómago y ganas de llorar, ahora que lo pienso, hay cosas que es más difícil recordarlas o pensarlas que vivirlas.

Lo que hallé fue a una mujer abusando sexualmente de la hija de mi hermanastro, no sé cuántos años tiene la niña, pero me da igual, lo que esa mujer estaba haciendo estaba mal, sin importar la edad que tenga esa pequeña criatura.

No deseo describir esos actos, me enferma pensar que alguien pueda estimularse sexualmente al leerlo, ya que, si esa mujer pudo, ¿cómo se que alguien más no?

Lo cierto es que había un bate de beisbol en la habitación, lo tomé con cautela, y le di en la cabeza con todas mis fuerzas, y aún no comprendo cómo a esa mujer no le salió volando la cabeza por la ventana, pero lo cierto es que cayó muerta inmediatamente.

Ahora les voy a explicar por qué me considero un asesino, y es debido a que yo soy un hombre bastante fuerte, con un cuerpo enorme, no de largo pero sí de ancho. Si el abusador sexual hubiese sido un hombre, creo que seria justificable el batazo, pero era una mujer, y creo que pude manejarlo de otra forma; aunque en el momento, lo confesaré, simplemente tuve miedo, y por eso la maté. Si no hubiese querido matarla -esto lo concluí durante la confesión policial- no le habría dado el batazo cuando estaba desprevenida.

La policía y la familia de la niña apelaron por mi la libertad, y han tratado de convencerme de que estaba justificado; en primer lugar porque le mujer era alta y gorda (o sea, que tenía fuerza para luchar) y peligrosa, y tenía antecedentes penales de demencia, agresividad y abuso infantil, y por eso se había metido en la organización religiosa a la que pertenecen mi padrasto, su familia y sus amigos, para estar en un círculo en donde se pudiera mover con confianza y abusar de los niños.

Yo no sabía nada de eso, pero si les soy sincero, dudo que alguien pueda sobrevivir luego de abusar sexualmente de alguien en mi presencia. Tal vez, yo también sea un monstruo.

Y en segundo lugar, porque uno no puede premeditar cómo se va a comportar en tales situaciones, o por lo menos, eso me dijo la jueza luego de escuchar el testimonio, examinar las pruebas, y dejarme en libertad.

Decían que la mujer pudo con ese fuerte físico, haberle hecho mucho más daño a la niña, y hasta matarla; y bueno, daño le hizo, tanto físico como psicológico, a esa pobre e inocente niña.

Yo soy un hombre de honor, y les afirmé lo que pensaba: que yo pude haberlo manejado mejor, y que al no controlarme, la terminé matando.

Al final, casi en contra de mi voluntad y mi juicio moral, fui dejado en libertad; y los medios de comunicación no respondieron por las acusaciones que hicieron, ni siquiera rectificaron, y las cartas llamándome violador y feminicida y patriarcal (¿es eso un insulto? porque no comprendo el concepto) no me dejan de llegar.

Y yo las entiendo, porque los hombres han sido los responsables de todos los abusos por los que las mujeres han pasado, pero yo simplemente deseo limpiar mi nombre, o por lo menos, contar mi historia. La historia de un hombre que cometió un error, pero que no es un mal hombre. La historia de un hombre que mató a una mujer, pero que no odia a las mujeres. La historia de un hombre dejado en libertad y tratado como un héroe, pero al mismo tiempo, un hombre con un cargo de consciencia: la pertubación de ser juzgado erróneamente.

He dejado aquí lo que ha ocurrido, no les pido que me amen, les pido que si van a odiarme, que sea por lo que realmente soy, y por lo que realmente hice.

Jarabe de lengua.

Mira, flaco, yo voy a aprovechá que tú tiene' ese corazón roto pa' decirte las cosa' como son. En prime' luga', esa jevita te está tratando así poque tú no te hace' respetá, y te voy a explicá po'qué.

No, no, mamagüevo, no me salga' con tu cuentito intelectual que aquí el que sabe de mujere' ej papi. Y mejo' me escucha poque el que anda llorando como una marica aquí ej usté, y yo no 'igo que uno no tenga sus momentos de iora como un marica, ej bajtante saludable, eso tiene su luga' y su momento; el peo ej que tú no estáj llorando máj que por puro cobarde y egoíta, y eso ej lo que me dá arrechera.

Ahora mejo' caiate y te me aguantaj el jarabe e' lengua que te tengo ejde hace rato.

El peo tuyo ej que la jevita esa estaba escurriíta por ti, ella te conoció y dijo, nagüevonah, ese profesó sí sabe, y a una muje le encanta un tipo que sabe y que le enseñe, eso ej a lo que ellaj responden, poj lo meno' al comienzo. Pero lo que te pasa ej que tú empiezas con tu mamagüeveteo de compojtarte como un niño, burda e infantil y tú qué cree que ve ella, ella te trata bien y te da lo que quiere pojque no le gusta que sufrá y meno' po' ella, pero ya eia en su mente tiene claro que no ere' lo que ella pensaba, y que ere' bien débil, y aunque te diga que te entiende y que te ama -po'que de verdá ella te entiende y te ama- ya le empieza' a gusta meno' y te empieza a ve' como una carga po'que no puede confiá en ti ni se' eia misma sin que te pongas a llorá como un niñito, io te dije que acá el que sabe de mujere' ej papi, y no po'que lo aia leído en un libro, ej po'que io veo a lo que una muje' responde, una muje' responde a una cosa muy distinta a lo que ella dice que le gusta. Po'que a vece' hay cosa que a eia le gusta y no sabe que le gusta, pero responde, y ej lo que importa.

Ahora bien, te voy a deci' la cosa como son, io no tengo en nada en contra e' la' relacione' en onde la gente ej libre y hace lo que quiera, pero si tú no quiere compati' uste' tiene que habla claro y decí que eso no e' lo que quiere y abrise, el problema ej que tú no la quiere compati' y te siente' mal contigo mijmo po'que leíste o te dijeron que si no compajte tu muje' no la ama, mire, yo he conocío gente po' coñazo, y el que compajte la pareja, hombre o muje', ej poque no le duele o pojque le excita, y a uste' le duele y no le excita ni un poquito, así que en prime' luga' hable claro y déjese e' güevonadas.

Ahora bien, en lo persona' esa jevita tuia no me usta', me cae mal po'que con ella no se puede habla e' nada poque a todo le pone nombe, que si eso se llama así, que si ere anojtico poque no cree en nada, que si eso lo ijo platón o aristuteles, y a' final de cuenta ej como si no tuviese escuchado sino como si sólo te escucha pa' ve cómo califica o categorisa lo que le aj dicho. Elotro día me hizo arrecha y la confonté, entoncé le dio un colaso nervioso y empezó a decí, budismo budismo, eso ej budismo y no se puede viví sin pensamiento. Ujtede' lo' intelectuales son bien cobarde' cuando tienen que i' má' aiá de lo que conocen. El punto ej que io le dije que si digo que el burro e' negro ej poque tengo lo' pelo' en la mano, y que simplemente al deci' la palabra aúa uno no se moja', y que hay algo máj allá de la' palabra.

Pero el caso ej que lo que te digo ej que simplemente hay mujere' que uno puede compajtí y no hay poblema, y hay mujere' que uno simplemente quiere pa' uno, y si ella quiere' también, entonce' no hay nada e' malo.

El otro día taté e' decite eso pero el peo e' siempre ej que la carajita te tata mal frente a tuj pana' como pa' dejale claro a uno que tú no la govierna', esa vaina ej paja, te lo voy a decí, si una gente te ama no tiene poque faltale el respeto a nadie pa' deja claro que no le govierna', esa es mala de eia.

El caso ej que tú tiene que se' hombe y hacete respetá, y yo no hablo de violencia, la violencia ej de lo cobarde, ya violento aj sido, aunque no le pegue' pero la manipulas; yo hablo de que tiene' que ejtá dispuesto a ite si ella no te trata como quieres o si no te puede dá lo que quieres. Pero si todo el tiempo te compo'ta como si eia fuera la mamá tuia y tú un carajito, imaginate, nunca va a sentí que tiene to'o lo que necesita en ti, poque te digo una cosa, una muje' no tiene problema en sé de un solo hombe, eso hasta les gusta má', pero eia tiene que sentí que eia ej la que quiere etá sólo contigo.

Nadie ama obliga'o, compadre, déjela hace lo que ella quiere, y potese como un hombre, y si te pota así y deja que ella sea lo que es, tú te vas a da cuenta si ej lo que quieres o no, pero si te pones a ejtar con ella sólo poque cada vej que etá con otro siente que elotro e' mejo' que tú, el poblema ere' tú; y ejtás con eia sólo poque crees que si ella se vuelve toda todita tuía, se van a acaba' tus inseguridade', y eso no ej así.

Sal y búscate muchas tipas, y te vas a da' cuenta de que muy probablemente ejtás así de obsesiona'o con eía el poque crees que si eia cambia y la posees, to'os tus problemas tan resueltos. Y no, menor, no ej así.

Tú tiene que dale lo mejo' de ti a la tipa que se lo gane, no dale lo mejo' de ti a la tipa que no te hace caso pa' ganatela a ella. Pero bueno, ese ej diálogo pa' otra ocasión, y ejpero que te haia aiudado en algo ejte jarabe e' lengua que te dí.

El día que cometí un feminicidio

Mi nombre es Joseph Arturo Raga, jardinero de profesión y escritor de vocación, y escribo esta carta debido a que deseo aclarar algunos aspectos acerca del feminicidio que he cometido.

El día 25 de noviembre, me entregué a las autoridades luego de haber asesinado a una mujer. De hecho, yo mismo fui el que reportó su muerte. Y en todas las noticias mi rostro serio y calmado salió a relucir como muchas cosas: feminicida, abusador sexual, críminal a sangre fría y algo acerca del patriarcado que no entendí muy bien.

Yo entiendo perfectamente bien este miedo a los hombres, debido a que, si no estoy mal informado, el 95 % de los abusos sexuales son cometidos por hombres. Y por eso dediqué gran parte de mi vida a educar a las mujeres de mi familia para que supieran descartar a los hombres que mostraran rasgos de maltratadores, controladores, y agresivos. Señales como la inseguridad, como molestarse por no responder un mensaje, o la violencia cuando no obtenían lo que querían, y cualquier tipo de manipulación. Nunca he pensado que las mujeres deben renunciar a los hombres, simplemente creo que es necesario educarlas a pasar el tiempo de su vida con el que sea correcto, debido a que, luego de invertir emocionalmente en alguien, es más arduo despegarse de él.

Maté a una mujer, es cierto, pero no considero que se me deba ver como feminicida. Aunque los dejaré a ustedes juzgar por sí mismos. Y les pido que tengan en mente que, según me explicaron, un feminicida es alguien que comete el crímen ante alguien sólo por ser mujer. Y la verdad es que, durante toda mi vida, a las mujeres no he hecho otra cosa que darles el trato que un hombre educado, cariñoso y protector, le da a las personas que ama; pero de cualquier forma, aquí están los hechos:

La hija de mi hermanastro, que debería tal vez llamar mi sobrina, pero la verdad es que no tengo demasiado apego hacia ella, ni la siento como mi familia, estaba siendo abusada sexualmente. Pero no por mí, aunque a los medios y a las personas que difundieron la información de los medios, no les pareció demasiado importante corroborar la información.

Voy a aclarar el contexto, fuimos a un pueblo que queda a unas cuatro horas de casa, muy alejado de la ciudad, y estabamos en una reunión con amigos de amigos de la iglesia para pasar el día de acción de gracias.

Aclararé una cosa, cuando uno se casa con alguien, se casa con toda su familia, creencías, y amigos, y dejo esto claro para que entiendan por qué me hallaba en un lugar del cual no formaba parte, ni simpatizaba, y hasta ciertos niveles, tampoco toleraba.

Yo quería pasar el día de acción de gracias con mi madre y mi hermano, los únicos miembros de mi familia que viven en este país conmigo, pero ellos la iban a pasar con la familia del esposo de mi madre, y son personas que no me hacen sentir precisamente bien a su alrededor. Dejo esto claro, porque quiero que entiendan qué estaba haciendo yo en un grupo de personas religiosas cuando personalmente, no tengo ninguna creencia de esa índole.

Y perdonen que insista tanto en eso, pero la policía siempre insiste en querer saber por qué uno está donde está a la hora del crímen, y pensé que ustedes querrían entender lo mismo.

Lo cierto es que me dirigía a mear, y escuché un sonido extraño, como el de un juguete cayendo al piso; y cuando estaba tratando de orinar, no pude, debido a que el recuerdo del sonido me perturbaba demasiado. A veces eso me ocurre, hay sonidos que por lo general ignoraría, pero en ciertos momentos, no puedo dejar de escuchar, me llaman con una fuerza misteriosa, y yo siempre respondo a su llamado.

Me cuesta empezar a escribir estas líneas, siento un mareo en el estómago y ganas de llorar, ahora que lo pienso, hay cosas que es más difícil recordarlas o pensarlas que vivirlas.

Lo que hallé fue a una mujer abusando sexualmente de la hija de mi hermanastro, no sé cuántos años tiene la niña, pero me da igual, lo que esa mujer estaba haciendo estaba mal sin importar la edad que tenga esa pequeña criatura.

No deseo describir esos actos, me enferma pensar que alguien pueda estimularse sexualmente al leerlo, ya que, si esa mujer pudo, ¿cómo se que alguien más no?

Lo cierto es que había un bate de beisbol en la habitación, lo tomé con cautela, y le di en la cabeza con todas mis fuerzas, y aún no comprendo cómo a esa mujer no le salió volando la cabeza con la ventana, pero lo cierto es que cayó muerta inmediatamente.

Ahora les voy a explicar por qué me considero un asesino, y es debido a que yo soy un hombre bastante fuerte, con un cuerpo enorme, no de largo pero sí de ancho. Si el abusador sexual hubiese sido un hombre, creo que seria justificable el batazo, pero era una mujer, y creo que pude manejarlo de forma diferente, aunque en el momento, lo confesaré, simplemente tuve miedo, y por eso la maté. Si no hubiese querido matarla -esto lo concluí durante la confesión policial- no le habría dado el batazo cuando estaba desprevenida.

La policia y la familia de la niña apelaron por mi la libertad y han tratado de convencerme de que estaba justificado, en primer lugar porque le mujer era alta y gorda (o sea, que tenía fuerza para luchar) y peligrosa, y tenía antecedentes penales de demencia, agresividad y abuso infantil, y por eso se había metido en la organización religiosa a la que pertenecen mi padrasto, su familia y sus amigos, para estar en un círculo en donde se pudiera mover con confianza y abusar de los niños.

Yo no sabía nada de eso, pero si les soy sincero, dudo que alguien pueda sobrevivir luego de abusar sexualmente de alguien en mi presencia. Tal vez, yo también sea un monstruo.

Y en segundo lugar, porque uno no puede premeditar cómo se va a comportar en tales situaciones, o por lo menos, eso me dijo la jueza luego de escuchar el testimonio, examinar las pruebas, y dejarme en libertad.

Decían que la mujer pudo con ese fuerte físico haberle hecho mucho más daño a la niña, y hasta matarla; y bueno, daño le hizo, tanto físico como psicológico, a esa pobre e inocente niña.

Yo soy un hombre de honor, y les afirmé lo que pensaba: que yo pude haberlo manejado mejor, y que al no controlarme, la terminé matando.

Al final casi en contra de mi voluntad y mi juicio moral, fui dejado en libertad; y los medios de comunicación no respondieron por las acusaciones que hicieron, ni siquiera rectificaron, y las cartas llamándome violador y feminicida y patriarcal (¿es eso un insulto? porque no comprendo el concepto) no me dejan de llegar.

Y yo las entiendo, porque los hombres han sido los responsables de todos los abusos por los que las mujeres han pasado, pero yo simplemente deseo limpiar mi nombre, o por lo menos, contar mi historia. La historia de un hombre que cometió un error, pero que no es un mal hombre. La historia de un hombre que mató a una mujer, pero que no odia a las mujeres. La historia de un hombre dejado en libertad y tratado como un héroe, pero al mismo tiempo, un hombre con un cargo de consciencia: la pertubación de ser juzgado erróneamente.

He dejado aquí lo que ha ocurrido, no les pido que me amen, les pido que si van a odiarme, que sea por lo que realmente soy, y por lo que realmente hice.

lunes, 20 de noviembre de 2017

Ensayo sobre lo hermoso que es verla dormir

Siempre se habla del acto del amor, pero a mí me parece que la verdadera intimidad no se halla en el sexo sino en el dormir. Si eres feliz al dormir con una mujer puedes ser feliz con ella el resto de tu vida.

Me encanta mirarla, sentir su pequeña cintura, sus curvas hermosas e indiferentes, su piel pálida como el cielo de noviembre y su cabello oscuro como una noche sin estrellas. Nunca pagaría por sexo, pero sin duda pagaría por verla dormir.

No todas las mujeres son hermosas al dormir, y por eso cuando ves a una, sientes que has hallado una exquisita rareza. Siempre que se duerme primero, sueño con ella, es tan fácil tenerla en mis sueños.

Pasamos la noche conversando, es tan hermosa una mujer enamorada, casi todas las mujeres dicen estar enamoradas, pero eso es falso, son muy pocos los seres que realmente aman. Ella me admira tanto, cuando me cambio la ropa y me pongo la de dormir, me mira como si se le olvidara que también estoy aquí, abre la boca, me absorbe con sus ojos, y dice que soy grande, que soy enorme, y es como que me dijera todo eso que uno no puede más que callar cuando contempla el ocaso.

Hicimos el amor, y no me canso de desearla, no me acostumbro a lo que es hermoso, y ella es tan hermosa; con esas nalgas enormes y esos brazos tan delgados. A veces la miro hasta quedar exhausto, y me acuesto boca arriba, con una pierna estirada y la otra encogida, como formando un número cuatro, y una mano abrigándose en mi sexo y la otra sujetando mi cabeza, y dentro de mi boca cerrada, mi lengua acaricia mis dientes y no paro de pensar en este texto que ahora ustedes leen.

Luego me acaricio la barba y el bigote, y me doy cuenta de que ella me mira con fascinación, sonrío sin mostrar mis dientes, le doy un beso, y bostezo; y ella me dice que soy hermoso y que parezco un león.

Luego cae ante mi pecho, y me pide consejos de cosas que no necesita pedirme, pero adora que le diga qué hacer, se siente tan amada y protegida, me pregunta cosas, me consulta sus decisiones, es tan hermoso sentirse tan importante y único aunque sea para un solo ser en el mundo.

Esto será raro para algunos, pero a veces me gusta sentirla roncar suavemente o murmurarme cosas mientras duerme, siento que confío tanto en ella, y que ella se siente tan protegida y amada a mi lado. Protegerla es tan hermoso, ser su Hércules, su hogar, su refugio.

Sé que ya deben pensar en este punto que soy bastante raro, pero, por si lo hasta ahora dicho fuera poco, les cuento que suelo pedir disculpas luego de bostezar, y eso es algo que suele perturbarle, en parte porque no es usual, y en parte porque a ella le encantan mis bostezos, es como si se los quisiera comer, me hace sentir tan amado, es como si le fascinara todo de mí.

Alguna vez creí que la fama me haría sentir amado, pero no cambiaría todo el éxito del mundo por el significado que sólo tiene mi vida cuando esta mujer duerme a mi lado.

Yo fui su primer hombre, ella era mucho más joven que yo, y a su lado descubrí lo hermoso y sensual que puede ser la inocencia. Sentí que había llegado a mi vida porque era un corazón puro, y yo era el hombre indicado para cuidarla y protegerla al sentirla temblar entre mis brazos como sólo tiemblan las hojas y las mujeres que se entregan por completo, la apreté fuerte, y todo mi ser no hacía más que susurrar: qué suerte que llegaste a mí, no quiero imaginar qué sería de ti en otros brazos que no fuesen capaces de cuidarte y apreciarte como los míos.

A veces me da pánico sólo imaginar que unas manos ineptas hubiesen podido destruir para siempre la belleza de este corazón si yo no hubiese llegado a tiempo, para sanarlo, protegerlo, y hacerlo florecer.

A veces ella me pregunta, qué pasaría si me aburro de ella, o cómo podría ser de su destino si luego de conocerme a mí, le tocara la suerte que tener que vivir con otros hombres. Pero vieras cómo me lo pregunta, me lo pregunta como para reafirmarle que ella es mía, que por siempre será mía y sólo mía, y en esos instantes es tan tierna, y es tan niña, y se siente tan feliz y me llama papi, lo cual me fascina. Se me ha dado tan bien ser su papi, que ya no creo ser capaz de tener una relación distinta a esta, en donde yo no sea una figura protectora de una figura inocente y talentosa. Sin duda alguna el amor verdadero es aquel que cambia tu destino de las formas menos esperadas.

Yo no soy posesivo, o celoso, o inseguro, y mucho menos controlador. Pero ella me pide, me demanda que domine, ella lo necesita, ella necesita que le diga que es mía y que no la compartiré nunca con nadie. Si no se lo digo no se siente importante, ah, yo he tenido novias, y andar de novios es algo tan tibio, tanta igualdad que en la teoría se ve muy correcto pero que en el sentir es tan vacío. Ella no es mi novia, ella es la mujer que me pertenece. Y lo sabe, pero aún así es como un vicio escuchar que se lo diga. Y el mío es decirselo.

Yo no digo que todos deban tener una relación así, pero sin duda alguna ella y yo nos sentimos plenos en esta dinámica, no deseo cambiarla ni forzarla a nada, somos así porque así nos hemos descubierto al amarnos, porque es lo que sentimos al estar juntos.

Fue repentino, simplemente ella se daba cuenta que respondía ante esa autoridad, y desde entonces le doy ordenes, no para forzarle hacer algo que no quiere, sino porque ella siente que al hacerlo expreso fuerza y deseos, seguridad y confianza. Pero todas estas cosas son hermosas y posibles simplemente porque nos amamos y admiramos mutuamente. Podemos pasar horas conversando, nunca nos aburrimos y hasta nos gusta volver a escuchar viejas historias después de cierto tiempo. Conversar, hacer el amor, dormir y leer. Es lo que nos encanta, ni siquiera tenemos televisor, somos como una de esas parejas de otra época, en donde el esposo y la esposa eran mejores amigos, y la confianza era absoluta.

Con ella no tengo que ocultar nada, ni siquisiera mi lado vulnerable, siempre quiere aprender de mí y le encanta que yo tenga la humildad de aprender de ella y admirarla a pesar de que yo tengo mucha más experiencia. Ella es mi admiradora número uno, me adora con una devoción que no le he pedido, nosotros no queremos que nos digan como amar, amando se va forjando nuestro destino.

Qué delicia es observarla dormir, parece un gato, un gato libre de estar en donde quiera, pero que cada noche, me escoge a mí.

El arte de contar historias

Contar una historia es inventarla.

Muchas veces uno se encuentra en situaciones tan tristes, en donde darías lo que fuera porque la persona que te cuenta la historia supiese contarla.

Ahí se encuentra, con su rostro gordo y rojo brillando de vida y de dicha, con sus ojos llenos del calor que sólo tienen las nostalgias y el anhelo; y yo aquí, como en otro mundo, como en otro idioma, porque él no se da cuenta de que cuando empieza a nombrar personas de su niñez, en mi mente no aparecen rasgos, ni rostros, ni lugares y mucho menos emociones asociadas con esos nombres, él tiene que crearlos, pero no lo sabe, no describe.

Ahora me dice -creo- que sus hermanos y él se robaban la comida de otro niño, y le parece tan divertido, está al borde de las lágrimas, y el chiste para mí es un misterio. Se siente tan incómodo, como cuando las mujeres piensan que por ser mujeres no necesitan ser educadas, y susurran algo en secreto y empiezan a reír y todos nos sentimos tan incómodos y alienados. Siento que se ríe de un chiste que es un secreto entre su gordo rostro y su memoria, ¿se estarán ríendo de mí? no lo sé, y no me importa.

La verdad es que sí me importa, daría lo que fuera porque ese chiste o esa historia me llegaran, y calentaran mi cuerpo, y aliviaran el dolor de mis brazos de tener todo el día cortando madera con el hacha en la puta nieve.
Qué frío hace, no siento mis dedos.

Él no sabe lo que pienso, todo lo que se esconde tras mi barba es un secreto. Un hombre con barba es un hombre con secretos, y uno sólo puede confiar en los hombres con secretos, porque los hombres con secretos saben que el pasado no es lo que te define, sino tus acciones. La barba, la barba es como una mujer, no la puedes controlar, sólo puedes cuidarla y dejarla crecer, y una vez que la tienes, cambia tu forma de ver la vida y la forma en la que todos te ven a ti. La barba, la barba está llena de historias, de mujeres, de risas, de chistes, de formas de ver el mundo. La barba es la historia que te salva de los otros. Y por eso la acaricio y me sumergo en su belleza y en sus recuerdos. Daría lo que fuera por escuchar esas palabras que le cambian la cara a cualquier día, y en especial a un día de invierno, "bueno, puej, ¿y si vamo' 'ace' un cafecito?", y se acaba todo, y vuelve a empezar el mundo, pero con otra delicia más para que se pierda en tu barba. Porque la barba está hecha de historias y de literatura. Todo lo que se pierde en tu barba nunca está perdido.

Ahora estoy frente al fuego acariciando mi barba, otro día, otra historia para contar, otra historia perdida en mi barba. Sobrevivir es contar historias.

martes, 14 de noviembre de 2017

Aventura invernal, parte dos

Me bajo del auto y mi atención es absorbida por el sonar de una campana (Sí, Notre-dame), era un hombre pidiendo dinero; siempre es desagradable ver a alguien pedir dinero, en especial cuando a uno le cuesta tanto conseguir el poco que tiene.

Seguí caminando y entré al establecimiento, me dirigí inmediatamente al baño y terminé topándome con una enorme caja llena de libros, estaban en una zona sólo para empleados, pero mis urgencias de ir al baño dejaron de ser tan urgentes ante mi curiosidad por descubrir qué misterios podía descubrir dentro de la caja.

Pero no había nada de valor, y tuve que abrir la puerta del baño algo decepcionado. Usé el urinario más alto, y miré a mi lado, y pude visualizar al niño que una vez fui, orinando junto a mí, y sentí admiración por todos los niños que roban libros. 

Pensé en ese momento en mi altura, mido 1.75, no soy tan alto pero me veo muy grande por mi melena y mis fuertes músculos; entonces pensé que las mujeres siempre dicen que prefieren los hombres altos, pero al mismo tiempo las mujeres siempre dicen tener una preferencia y terminar respondiendo a cosas absolutamente diferentes a las que ellas dicen preferir. He escuchado hasta el cansancio mujeres que salen con un hombre porque es atractivo según sus estándares, pero pierden todo el interes cuando el tipo empieza a actuar inseguro y débil. Ninguna mujer puede sentirse plena y protegida al lado de un hombre inseguro, y esa es la maldición de las mujeres controladoras. Qué sólo un hombre que no vale la pena puede ser controlado.

También hay mujeres inseguras -es raro encontrar a una que no lo sea, pero algunas se pasan de inseguras- que se sienten intimidadas ante la seguridad de un hombre, y esto es, porque sienten que no lo merecen, y se distancian porque prefieren ahorrarse el tiempo, y renunciar de una vez a algo en donde van a fracasar. Uno no puede cambiar a una mujer así, pero como hombres tenemos la tendencia a ilusionarnos con los ojos; y cuando vemos a una mujer muy atractiva e insegura, créemos que una persona que ha sido toda su vida de una forma, puede cambiar sólo porque nos ha conocido a nosotros. Existen por supuesto casos en donde la mujer insegura siente que confía por primera vez en un hombre, si el hombre hace las cosas bien; pero cuando el hombre hace las cosas bien y ella se aleja porque siente que no lo merece o se intimida al conocer a alguien tan seguro de sí, fuerte y admirable; en ese caso, no puedes hacer otra cosa que dejarla ir, ella te está haciendo un favor.

Y nuevamente se me ha acabado la tinta, y no he hablado ni de un pedacito de todo lo que pasó en el día; pero ya saben, vivirlo es fácil, el desafío es escribirlo, y ya he escrito suficiente para una sola entrada.

Aventura invernal, primera parte.

Se acerca el invierno, y el otoño se va, y se va con todos los colores; sin embargo, aún es posible recorrer los caminos y hallarse ciertos árboles con color chocolate, y eso es algo muy placentero de ver.

Me hallaba en un semáforo, con un cansancio en el cuerpo que siempre me doblega en los días fríos, y mientras esperaba mi turno, unas hermosas cabras bebés estaban todas como tomando el sol, eran tantas y era tan bello mirar; pensé, por supuesto, en la cabrita mágica de Esmeralda, en Quasimodo enamorado, y en Jeca sumergida en libros como el frío en invierno se sumerge en todas las cosas.

Mi viaje continuó y pasé por esa, la escuela de Kike, algún día Kike será viejo y mirará el ayer y habrá más de esto que de Venezuela, y eso es lo que lo salva en el invierno, tiene menos en qué pensar a la hora de las nostalgias. Por un instante me pregunté si algún día en el futuro me acordaré de hoy, y sentiré nostalgia de esos días en donde sentía nostalgia de otros días en donde no sentía nada más que la ansiedad del futuro.

Pero llegó el siguiente semáforo, y me di cuenta de que yo siempre lo olvido todo, y por eso todo se siente siempre tan nuevo.

Pasé junto a la urbanización de aquella mujer -es tan triste que halla cosas que no se pueden olvidar, y otras, en cambio, que por más que queremos no podemos recordar- no mentiré, recordé su pésima forma de hacerme sexo oral; su repulsivo sonido nasal que hacía debido a que mi pene es enorme y por eso le costaba respirar. No fue una experiencia demasiado grata en general, pero se puede extraer de ella el recuerdo de la agradable sensación que siempre produce un orgasmo; y de ella diciendo que mi pene era hermoso, y que se notaba en el sabor de mi semen que era un hombre muy saludable. Un hombre siempre necesita que lo reafirmen a través de su pene, la opinión que una dama tiene de su pene es la opinión que tiene de él; y es muy interesante escuchar a una mujer hablar de tu pene, siempre puedes saber mucho de una mujer cuando escuchas con cuidado lo que tiene que decir de él.

Pero ya el coche está estacionado, y he de dejar la siguiente parte de la aventura para otra entrada, pues esta se hizo suficientemente larga.

domingo, 5 de noviembre de 2017

Mujer de fuegos verdes y azules.

A ratos me gustaría saber por qué no te admiro, y creo que sin duda es por esperar hallar en ti las cualidades que admiro y no poder encontrarlas. Pienso en tu cuerpo, en su blancura de aliento invernal tumbada sobre mí. Es cierto, todo lo que alguna vez dijiste era cierto. No eras más que una máquina para decepcionar personas, pero yo quería creerme especial, yo quería creerme capaz de cambiar lo que ni siquiera era capaz de comprender. Debí suponer que era imposible, en especial cuando descubría que tenías para cada actitud una justificación bien estructurada, y el camino de las excusas no es el camino del entendimiendo, sino el de la perduración de los defectos.

Decías que no te sentías hermosa, precisamente porque sabías que lo eras, y esa belleza resplandeciente era tu peor enemigo, era el sortilegio que producía en todos los demás el desencadenamiento de sus más íntimas ilusiones. Y yo no estuve ausente, como no puede estarlo nadie que te sienta.

Esa misma belleza era lo que hacía que todos esperaran de ti nada menos que una mujer perfecta. Esa presión, esa maldición de tu belleza que era una responsabilidad y condena por tener que cumplir las ambiciones ajenas. Tus padres, tus amigos, tus todos. Nadie hacía si no odiarte por inspirar deseos que no deseabas inspirar, y desde entonces te dedicaste a ser extraña, y perturbadora.

Pero a mí no me gustabas por eso, sino a pesar de eso, ¿te quería? no lo sé, pero quién puede saber lo que siente cuando es tan intenso.

Desearte mía, anhelarte amada, y también protegida. Quererte disfrutándome, quererte queriéndome. Y cosas así como esas, tan vergonzosas pero que es tan necesario escribirlas.

Pero luego llegabas con vicios, con otros hombres, con otras actitudes. Era tan triste, querer tantas cosas contigo pero no quererte a ti. Al final nos cansamos, tú de mis deseos; y yo, yo también, me cansé de desearte, pero no de ti, a ti nunca te tuve.

Yo no soy el mismo niño, sin embargo a veces te pienso, en todo lo que pude hacer y no hice, porque no me daba cuenta de que para encender las chispas de otros era necesario no imponer la mía. Cada quien arde a su propio ritmo, con su propia llama, y yo apagué tu llama con el ardor de mis deseos.

Yo no sé de quién es esta voz que ahora escribe, no viene de mi cuerpo, sino más bien del interior de ese sexo tuyo lleno de llamas verdes y azules. No me interesa saber si eres feliz, aunque no te miento, lo deseo. Porque era tan bonito verte reír, con esos ojos de bosque, con esa risa llena de primavera y de complejos. Tú no sabes que te pienso, porque lo único bueno que hice fue nunca demostrarte lo débil que soy ante tu recuerdo, las cosquillas que siento al resbalar sobre tu mirada.

Oh, pero gracias a esa distancia tengo la certeza de que a veces me piensas, por accidente, al ver una ardilla, o al resbalarte ante el río, y su inmensa mirada.

Vas a regresar, lo sé, porque uno siempre vuelve a esos sitios donde amo la vida. Así como yo regreso ahora, regreso ahora a ti, porque estamos conectados por ese puente, el puente que une todo lo que va más allá de lo que alcanzan las palabras.

Y esta vez sé arder, esta vez sé ser mi propio fuego.

jueves, 2 de noviembre de 2017

Bitácora de mi lucha contra el cáncer capítulo uno

Mi nombre es Melissa Fonderberker, y he decido hacer una bitácora de mi lucha contra el cáncer porque le comenté a Julio -mi hombre-, que me encantaba navegar y siempre había soñado con hacerlo, entonces a él se le ocurrió que deberíamos emprender esta bitácora juntos.

Nunca imaginé que iba a enamorarme de un hombre y que lo iba a llamar -mi hombre-, tantos hombres y mujeres han tratado de poseerme, y eso me daba tanto miedo, y me parecía tan enfermizo, pero si Julio no me tratara como que soy suya, y sólo le pertenezco a él, te juro que lo mataría. Obviamente no, es un decir, a veces soy muy exagerada, en especial cuando me siento a escribir, pero lo cierto es que sí me sentiría muy triste, necesito que me posea, que me quiera sólo suya, me hace sentir tan especial y única en el mundo pertenecerle.

Estoy contando las cosas mal, siempre me pierdo, nunca puedo contar las cosas como Julio, él cuenta todo paso a paso y no se olvida de nada. Yo, por mi parte, no pienso en pasos como una escalera, sino que me expreso en divagaciones -o revoloteos, como les llama Julio, mi hombre- y me termino perdiendo en lo que me hace sentir lo que estoy contando y olvido con qué intención me puse a contarlo.

Julio es para mí una primavera, cada día a su lado está llena de primeras veces. Tal vez no fui justa con él al decir que me posee, porque aunque me posea, no se siente como las personas posesivas de mi pasado, hombres y mujeres agresivos y violentos, que trataban de manipularme -infructuosamente, porque nunca me importaron demasiado, por lo menos eso sentí luego de descubrir con Julio cuánto realmente me puede importar una persona.

Esa personas eran agresivas cuando no tenían de mí lo que querían, decían que yo les pertenecía, causando en mí una repulsión enorme a su compañía; eran mujeres y hombres muy hermosos y atractivos, pero con su caracter lleno de inseguridades, poco a poco, me hacían sentir que estaban en mi vida, no por lo que son, sino a pesar de lo que son, y esa es una manera muy triste de estar acompañado en la vida.

Debí haber hecho algo muy bueno para merecer a Julio -mi hombre- me mojo cada vez que digo que es mi hombre, y debo cruzar las piernas mientras se humedecen y siento que estoy al borde del precipicio de un orgasmo. Cuando digo que es mi hombre no digo otra cosa sino que me siento con el privilegio de ser suya.

Mi mejor amiga, Susana, me odiaría al leer esto que escribo, y tal vez lo escribo en primer lugar porque no se lo puedo mostrar a ella y en segundo porque me lo sugirió Julio -mi hombre- y me siento tan dulce y obediente al hacerlo que no aguanto las ganas de que llegue el siguiente día para poder repetirlo.

Susana es una de esas personas que no entiende que el "feminismo" y un corazón roto, son la peor combinación para el alma de una mujer. A ella le rompió el corazón un hombre que le dejó claro desde el comienzo que quería una relación abierta, y ella aceptó, no para tener una relación como la acordada, sino porque creía que ese muchacho iba a cambiar al darse cuenta de cómo era tener una relación con ella. Y ahora por fracasar en su empresa anda con un resentimiento ante el mundo que llama "feminismo".

Me gustaría poder decirle estas cosas a Susana directamente, pero nunca me escucha, es por esa razón en primer lugar por la que estoy escribiendo esto, y en segundo, por Julio -mi hombre.

No entiendo como pasé de ser una virgen que cuando tenía deseos sexuales no aparecía una sola imagen en su mente, a ahora no poder dejar de pensar en Julio -mi hombre, oh sí, mi hombre- y es que como dije antes y lo reitero ahora, Julio me ha llenado de primeras veces, del olor de su barba que es el sitio en el mundo que más huele a él, y por eso es mi hogar, o el olor de su semen, que me encanta, me deja perdida, ese aroma con tan solo evocarlo en mi memoria me lleva a las sensaciones más intensas que he sentido en mi vida, en esta vida que ahora es más viva que nunca desde que llegó Julio -mi hombre, mi único hombre.

Final de mi primer día en la lucha contra el cáncer: Julio me hizo el amor toda la tarde, muchas, muchas veces. Cada vez que me lo hace me gusta más, cada vez que me posee me dan más ganas de vivir. La cercanía con la muerte nos une, nos compenetra, nos pone en un estado de intensidad indescriptible.

Luego volveré y les contaré más cosas, ya no resisto las ganas de que me haga suya de nuevo.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

Y todo por un abrir y cerrar de ojos

Salí a caminar y los árboles estaban llenos de unas inquietas frutas voladoras, que desplegaban sus alas por toda la fría tarde de otoño, y era una gracia sentirse como en un acuario de aves nadando en el viento.

A medida que mi viaje avanza me hallo con un sonido como de niño pidiendo auxilio, que captura mi atención y desvía mis pasos con prisa sin saber muy bien a dónde o por qué. Los seres humanos somos así, sólo se escriben en nuestra historia aquellos momentos en los que no pensamos demasiado, que pareciesen estarse escribiendo a sí mismo sobre nosotros.

El sonido provenía de un joven y precioso halcón, que al sentir mi presencia trató de disimular su infante lloriqueo desplazándose con delicía sobre ese blanco cielo que se sentía azul, y se perdió en la bella profundidad de los árboles rojos y naranjas del otoño.

Me sentí aventurero, y decidí caminar sin mis gafas; la ausencia de mis anteojos producía en mis ojos un esfuerzo extra muy parecido a las ganas de vivir, o mejor dicho, las ganas de no estar muerto. Continué mi paseo de esa forma, y era tan inusual que se intensificaban mis sentidos, sentía el canto de las inquietas e incontables aves con una mayor profundidas y nitidez, no era como si estuviesen en las ramas de aquellos distantes árboles, o en el cielo frío que apenas asomaba la promesa de un azul que seguro no sería hoy, sino que sentía como si esas aves se escucharan desde el fondo de mi ser, y su sonido era sólo posible escuchar gracias al silencio de la ausencia de mis ojos.

Creí entrever dos árboles que al final eran uno visto doble desde la neblina de mis pupilas, y supe entonces que era hora de volver a tener ojos.

Era un alivio, mis ojos se sentían extasiadamente nítidos, y observaba las hojas violetas y verdes del árbol de mis vecinos, los árboles rojos con hojas de sangre, o los árboles naranjas que se sienten como al borde de tu nariza, y todo eso era tan intenso y tan hermoso, y todo por un abrir y cerrar de ojos.